lunes, 21 de julio de 2008

OCEÁNICA


POEMAS EXTRACTADOS DE "OCEÁNICA", DE EDUARDO CHINASKY



DEMONIO MERIDIANO

He comido pan con entrañas de carnero.
Con arrullo soñolento de monotonos
Hervores
ya no encuentro en la
comarca

entre los selvàticos
juglares
entre las contiendas fabulosas
de los hombres de honor

ya se han ido, ya se han ido
los que habitan sus majadas, han perdido
sus vìrgenes frescuras
sus venenos
naturales de exquisita frigidez
ya no cuentan
la azada y el tesoro
blasfeman los pastores
maldicen la fortuna de los que habitan
los palacios y las màgicas ciudades
gruñen rencorosos los demonios
como perros amarrados
venteando los placeres
blandiendo el cetro
de la paz; y las estirpes patriarcales
de selvàticos faunos
mùsica primordial que en los senos
en los silencios transparentes
-màs sabrosos que la misma miel-

Oh, esa mùsica tan virgen como el aura
De mis montes
Tan sonora como el viento de Abril
Comoel llover de los abismos en las noches tenebrosas
El terrible ladrar de los mastines
En la densa oscuridad

En las entarñas de
La vieja hueca encina
Donde, herido por los tiempos,
El demonio hosco y bravo se encerrò.
Esta sangre, que la codicia envenenò
En el culto de los montes abrevados
Vagando por rùsticos asilos,
leales como mastines




ULTIMO TREN A AMEBALANDIA

colores
sin luz
oso solar
los recuerdos
se alejan
como un torrente
sinuoso indulgente
a las leyes
de la
memoria

como un
fantasma
del amanecer
como un invierno
lìvido
en la demente
hora de la
sinrazòn
en los momentos
oscuros
y sin
pasado
toco con mi
mente
una zona
de tiempo
demasiado
vacilante



BAJO TU MANTO

Bienvenido,
vestida de templos
obras sòlo por milagros.

Tu pèrfida naturalidad.

Flores, flores
amarillas y rosas
con su dulce voz partida en sonidos
y tu belleza
infinitamente triste.

Me ahogas
con tu ternura
de àrbol

el reflejo etèreo
del agua.

Estaba ya
en tu destino
en la encrucijada
pretèrita

Que perdure tu sonido quedo, como el eco
de otros diciembres.

Fluye siempre, fluye
casi siempre hacia abajo...



ALETEOS DE MIRLOS

Agujeros
como ojos
cajo el aire rancio en el pantano
de los juncos.

Aleteos
en la oscuridad
veo
agujeros

como ojos

casa del lobo
casa del escorpiòn

numero interminable
de cuerpos y pabellones
sobre antiguos mapamundis

cegador como el mal,
tu cuerpo de marmol
-pero un màrmol de fuego-
sobre mi frente vasta
soy la deliciosa derrota

tengo al cabeza
repleta de aleteos de mirlos

y tejo la madeja de mi miedo
y escucho la voz de los tiempos
inmemoriales
la voz

de los
seres
sin
forma.

dime si el famoso poema
te nombre o no te nombra,

si tu cuerpo,
-esplendiendo en los zaguanes-
bajo las parras,
bajo los campanarios,
está en contra de los cielos
otra vez azules.



OIGO LAS SIRENAS CANTAR

Asì cuentan del hombre
que se perdió
y se encontró
en la locura:
“...las làgrimas vertidas
y las sombras
proyectadas
por
las piedras
en el verano
tambièn
son
arrastradas
por el
agua”.



OCEÁNICA

El pánico silencio
de la cuenca vacìa del río seco
se pierde tierra adentro.
Soledad.

En esta playa
-que alguna vez soñaste-
un delta de arena forma una muralla oceánica
y charcos tibios, poblados de erizos de mar,
lagunas secretas de barro agrietado,
del tamaño de huellas de animales antidiluvianos.
Fuga.

Las mareas,
las mareas eternas que golpean contra el corazón del vacío
que chispea como relàmpagos.
Alba.

En la oval terraza,
donde la luminosidad
vibra en mil tonos
de cadencia
perfecta, uniendo
todos los polos diametralmente opuestos,
ahora mismo, en esta vigilia única
gran fuente de luz
pues los océanos, para el calor y para el día
tienen mejor memoria

El prehistorico glaciar
cambió de color:
el blanco se volvió gris,
el desnudo gris se volvió gris paloma,
el gris paloma se volvió gris tiza,
el gris tiza se volvió rosado
-y todos se anularon en el ùltimo instante.

Temgo las mil tribus
de Samaria
nómades
salvajes
clamando por mi sangre, por la cotidiana cifra
de las inmensas columnatas la terraza final
adornada
con ajadas pinturas
rupestres de hechiceros y deformes
cefalòpodos
flotando en las almohadas de nuestros sueños...

Miramos otra vez
el mar
donde las profundas aguas amoniacales
nos arrojan reflejos al pálido semblante,
como los pensamientos fugaces
–de cuyos frutos vivíamos-
y ha por fin enmudecido
y los susurros de las olas eternas
se acercan más y más
y la vieja ave marina vuela entre los elevados arcos
entrando y saliendo, entrando y saliendo
de la órbita de la civilización,
antes de perderse en el sol, implorante
punto de luz
(una perla ajada hubiera
despedido màs brillo)
pero ahora
asciende un poco más
mientras el viejo iceberg
olvidado por la claridad,
se hunde en lo oscuro

¡compartamos todos
este mismo, intenso
amor
caminemos ahora juntos, como uno solo!
Pues además de ser patética, a veces
la vida es cíclica

y el silencio, una forma de asentimiento
por dentro
las cosas tangibles e intangibles
en un punto se tocan
existen
dos tipos de vida
tan diferentes
que sin embargo,
siempre
nunca
se encuentran sin respirar
la atmòsfera de su opuesto:
porque cada tipo de manifestación
sólo prospera
en la muerte
de su otro

y asì, los siglos
cambian de centinelas...

aquella vez en que nos detuvimos
un instante
a mirar por encima
de los ondulados
líquidos
como esperando ver
esa aparición
aquel antiguo
espíritu
del agua
que recorre las playas
bajo el copioso llanto
de su atmòsfera

bajo los eternos vientos,
bajo la lluvia torrencial.


¿Qué pasará cuando el tiempo de cambio
destrone la luna?
¿Los siete mares hervirán de furia?
¿Se secaràn por fin las playas?


¿Aparecerá entonces la secreta clave
en los ùltimos pisos
de la Gran Piràmide
(o en alguno de sus
infinitos escalones)?

que no te llevarán a nada, a lo sumo
a diez kilòmetros de su cima,

en la próxima encarnación
azarosa
yo, nosotros, él, ellos,
alabaremos a las pròximas
divinidades



REFLEJOS

...se le astillaron
los ojos.
...renació apenas
como sombra.
...y se preguntó:
¿duermen de noche
las flores?

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