domingo, 20 de julio de 2008

MICRORRELATOS 1

EXTRACTADOS DE "BONITOS OJOS CIEGOS, MICORRELATOS", DE EDUARDO CHINASKY



* IRREVERSIBLE

La interrupción, delatora y sombría, traspasada de angustia, produce un tumulto de ávidas reflexiones. Sí para nuestros cariños deseamos la inmovilidad, en vano quiere el corazón asentarse en la roca firme y sólo creer en la mudanza de lo pasado. Lo que se jura suele ser materia de perjurio, palabra cobarde, que no confía en su propio valor.



* LA GRUTA

Iban casi a tientas por la cerrazón subterránea, sin otro punto de claridad que aquel encendido al costado de la gruta con una significación perennemente viva. Las memorias distantes se les acercaban con susurros cavernosos, en el opaco rebullir de la plantas, en el vaho de los cirios muertos y oraciones interrumpidas, en el confuso gotear de las piedras (que nadie sabe si lloran o sudan).
Iban como peregrinos mortales, con las manos tendidas en la sombra, como ánimas sin rumbo. Desde lejos, por un arco del túnel les llega en el aire un cantar que tiene algo de sollozo por lo que se deshila y anuda como si fuera a romperse.
Iban aproximándose uno al otro, los caminantes, hasta confundir la mutua respiración. Su inquietud reconcentrada era demasiado noble. Las voces del túnel les sacudían la imaginación, partida entre la realidad y el sueño.
Llegaron por fin a la Magna Cueva, como dos criaturas inseparables, a buscar y padecer la vida eterna del amor. Se dicen sus ambiciones y sus promesas en son de plegaria, arrodillados humildemente, sedientos de fé. Les ensordece le agua que a oscuras rueda con un clamor innúmero, todo un río potencial desplomado entre la pared cerca de la gruta. La voz incansable del torrente aquí se difunde en sones de plenitud: es el espíritu de la montaña cebado por el lloro de los siglos.
Así, conmovidos por esa naturaleza legendaria, disfrutan del raro orgullo de de verse instalados en el Misterio, únicos poseeedores del Santo Lugar a esa hora cuando sólo parece vivir el maravilloso estupor nocturno.



* SANGRE INMATERIAL

Para la Doncella Cristiana, este perverso sacramento define la gloriosa pérdida de un ser en otro ser, la transfusión de una sangre inmaterial en el Espíritu Santo. Reconoce la Doncella, con asombro, que su centro de gravedad está fuera de sí misma, en su alma de escogida. Es ella quien sostiene el pulso encima de las cosas mensurables, que la empuja redimida y vencedora, a la suprema libertad humana.



* VÍCTIMA PREDESTINADA

“Acaso una víctima de la predilección sacrificada por esos ideales pudieran conseguirlos”, se dice La Inmaterial en un atávico pensamiento, que la hace abandonar con la involuntaria certeza de volver a encontrarla... Aunque tal vez recoge a su víctima predilecta ahora perdida en la claridad sucesiva de un recuerdo ¿De qué antigua predestinación le vienen esas meditaciones?



* SEPULCRO

Está aquí visible el Sepulcro del Caudillo, estruendoso de espumas al alcance de las peñas, elocuente de historias bajo el manantial que nunca las acaba de decir. Está franco a la devoción de los romeros la puerta cancel de la capilla; propicio el santuario a toda solicitud, sin más guardianes que la fiera templanza religiosa, sin más guías que un farol reluciente en los riscos como un viril milagro de la noche.
Abajo están perdidas en la estrechez del terreno las bases de cada talud, la pendiente vertical de los muros, la dirección tortuosa de los caminos; aquí la curva del monte se levanta como un seno enamorado que suspira, y se acerca al follaje de oro de las nubes con ímpetu aguileño, lo mismo que si el Sepulcro del Caudillo no tuviese raíz terrenal y se mantuviera volando con unas alas providenciales y felices.



* CANTO

El canto inmemorial brota desde el fondo cavado del torrente junto a la nansa donde el río se hunde para minar hasta el Jardín del Príncipe. Y asusta que la voz patética de ese canto consiga romper los baladros inólitos del agua y desgarrar el silencio olvidado por las centurias en el sopor de la noche montañesa. Es querella inmutable, la canción doliente que surge desde que la tierra dejó de ser niña al influjo de la raza humana. Dueño y señor del espacio, el canto sacude las hiedras que abrazan las paredes y las pasionarias de los balcones donde se apoyan los novios, y prosigue el rumbo de su cuita por los bosques siniestros y los mármoles color de rosa, los rediles dormidos, la cama oculta del animal salvaje...



* TODAVÍA

¿Sientes clavada en tu vida la fugitiva endecha? ¿Sabes si el dolor del cantar no se ido? ¿O asciende todavía por las rutas virginales como la pena de un amor que nunca concluye? ¿Dos personas que se encuentran y se apartan son como dos naves que se cruzan? ¿Las dos van y las dos vuelven? ¿Percibes el antiguo grito, retador y vigoroso como un mensaje prepotente de los orígenes?



* HIMNO IMAGINARIO

Patrias demasiado jóvenes y líricas. No devolver en hazañas bienechoras el calor de la sangre inmortal. Ha de ser el clarín que convoque y unifique, abiertos los brazos como la Cruz de los Andes. Asistir a la vida de nuestras casas raciales en Damasco, Jerusalén, Bagdad, Salònica o Estambul. El hombre errabundo -que para sí nada busca- perece por unir en un solo himno imaginario, la depurada oración de un pueblo frágil y elegido, colmado de blasones y privilegios de su estirpe. Como un vaso religioso lleno de un misterio indescifrable.



* AMOR

-Sin esa mujer maldita, no podré vivir.
-¿Pero no la tenía usted antes?
-No.
-¿Entonces?
-Tenía la ilusión de lograrla.
-¿Y usted renuncia a esa ilusión que todavía existe?
-Me desatino y consumo..., ¡y tan pronto soy un hombre como una fiera!
-Hay que confiar en lo providente y venidero. Salga con animación a lo que el Señor disponga.
-¡Saldré!
Y se dispone a afilar el cuchillo para ultimar a su amada.



* BLASFEMA CARICATURA

-Usted nos va ofreciendo su doctrina evangélica, sin cesar, a través de todos los países, como Jesús, que nació en un viaje y no se detuvo hasta la muerte.
-¡Bah, ínfima caricatura la mía de Ése a quien usted nombra! Yo gozo y descanso en mis tareas. Hoy mismo trabajo y disfruto en esta cumbre augusta, poblada de múltiples enjambres, que siempre está sola como una tierra de silencio y enseñanzas.



* PELDAÑOS DE LA HISTORIA

Soy el fundador de la Escuela Universal de Occidentalismo. Manejo desde siempre los destinos de la raza, ingente en los peldaños de la Historia, ¡Y no se me puede interrumpir con cuitas de amor y celos! Estiman mi firme voluntad -achacosa de a ratos- como resultas de un combate violento en el que se vacila sin caer. Sé que infunden un respeto asombroso tantas dignidades concretas en mi insignie figura. En mi gabinete, hay cartas y periódicos de todas partes del mundo, especialmente desde Marruecos hasta El Cairo y también Alejandría hasta América del Sur. Tengo una actividad llena de poderes que se comunican a todo lo que me rodea. Yo también soy interesado: si padezco y lucho, es porque es porque ansío ganar la vida eterna de mi alma. Y deseo aplicar este deseo sustancioso a mis propias ansiedades. Y sonriente, lacro unos sobres, pronunciando:
-El calor humanitario que se reduce al mísero hogar puede ser un estorbo para la renovación del mundo.



* RITO PAGANO

Sube la marea de peregrinos y turistas; llenos están los hospedajes del Santuario, y se nota en los cultos religiosos la abundancia de fieles, así como en las excursiones paganas la crecida de los carruajes; pero el monte sigue sigue silencioso dentro de su mismo penetrante rumor de aguas y susurros; continúa solo, bajo el enigma de su naturaleza viviente, que sorbe y apaga todos los ruidos, todos los alardes humanos.
Ahora llega la peregrinación cuyos devotos ascienden de rodillas por los ciento tres escalones que hay hasta la cueva desde el pozo de los sacrificios. Llega otra que sortea el repecho de los caminos sobre áticos y gradas para entrar salmodiando por el túnel; se suceden las comuniones y las misas solemnes, rosarios y novenas; la procesión nocturna de las antorchas, las pláticas y rezos diarios. Se celebran las bodas populares y las de alto rumbo; hay banquetes y expediciones alpinas, batidas de caza, viajes a los lagos, desfile curiosísimo de gentes.
Pero ningún acento supera la voz jugosa y musical de fuentes y campanas, que es la del paisaje. Sólo por milagro puede un grito romper la magia elocuente de este sitio, traspasar las honduras y los ecos, y subir grávido, maduro, dictador, a todas las eminencias telúricas, para señorearlas con la vida misteriosa del sentimiento.
Hoy no se canta; se escucha y se vela, sin hurtarse al trabajo ni al deber, fuerte en la resolución de no acercarse a la imagen de los santos a no ser que se los necesite. Se reparten las horas como corresponde: entre el bordado, la lectura y el paseo, sin salir casi nada a la huerta y su vergel, incultos en su abandono actual, pero latentes de memorias y atractivos.
Los árboles ásperos y estrechos, la hierba ácida y crecida, todo tiene aquì un aire extraño y remoto, sombra y amargura que tal vez supervive desde el dolor originado en el principio del mundo...



* LLEGADA

Tan intuitiva y alumbrada frente al sentido dramático de las cosas, vé sin atisbos sugeridores rodar a su lado todo cuanto fluye y muere en la eterna armonía del universo. Y ya no le perturban el son profundo del río encañonado, los agrios olores de la vegetación lujuriosa ni la despedida triste de las tardes que perecen abrasadas en la hoguera del crepúsculo. Su anillo de prometida le sirve de talismán contra las asociaciones trágicas entre la naturaleza y sus criaturas; y desde las costas cantábricas desde donde aguarda, interpreta el clamor del paisaje sólo como un blando gemido de sus propias ilusiones. Todo en su apasionada imaginación ha cambiado de aspecto y de matiz. Es como si permaneciese en la orilla de la realidad en una duermevela fastuosa, libre de amenazas y de nubes. En el aviso de la sirena de los trenes -tan propenso a la lamentable sensación de ausencia y lejanía- oye ahora el silbido gozoso de un niño, el anuncio feliz de una llegada. Y no percibe, como antes, síntomas de inquietud en el grito augural de las aves de la noche.



* CRISÁLIDA

Al costado de mi finca pasan el ferrocarrill y las caravanas ruidosas de viajeros, las aguas pesadas y frías de la altura, las veredas montaraces rumbo a los escondites fragosos de los parques. Pero me reduzco en su huerto y en sus esperanzas, sordo a los acordes insinuantes de la vida exterior. Mis amigos contribuyen a envolverla en un manso de reposo y tranquilidad. Estoy casi vencido por el gesto romántico del que rehúye toda suerte de ventajas materiales por el amor desinteresado.



* TRAICIÓN

Conduce el ciego a su amigo, denodadamente, por las crestas luminosas y los escondrijos siniestros de la comarca, hasta alcanzar la lumbre los manantiales y el fondo de las cavernas. Algunos salen al amanecer, cuando el sol se abre como una granada y están más despiertas y odorantes las flores que el ciego busca para su novia; otras veces persiguen el último engaste de la luz en el silencio ahumado de la mies, cuando más bullen las aves infaustas para los supersticiosos: murciélagos y cuervos, que -según pronósticos malignos- se dirigen siempre hacia el ocaso, donde al anochecer brotan siempre las sombras de los muertos.



* PALOMA NAZARENA

Yo la llamo Nave de San Pedro, yo también la miro y la bendigo. Yo también, desde la ruta morena por donde van las mieses, levanto los ojos, alborotado y agradecido. Y también, más arriba del monte, casi en la ribera de la luna, alcanzo a acariciar las Siete Estrellas, la constelación boreal amiga de las rondas galantes. Pobre paloma. ¡Pobre alma, más allá del lugar al que llega el peregrino!



* INSTRUCCIONES PARA QUE EL FUTURO NO LLEGUE

a) Multiplicarse en atenciones y solicitudes, no muy voluntarias.
b) Detener los ojos -cada vez más fatigados- un nanosegundo antes de hablar o responder, y apagar el semblante caduco en un titubeo de expresión indefinible.
c)Atravesar una crisis de retraimiento y descuido; un abandono que te cambie de varón en mujer.
d) Tener una mirada vaga y torpe que nunca concluye, ojerosas las mejillas, pasivo el gesto; quizá un halo de frialdad, un tono de indiferencia que contrasta excesivamente con un reconocido aire gracioso, lleno de presunciones y desenvoltura.



* IMPROPIA

Calculo hasta dónde pueden llegar tus desmanes, joyera, y acaso tu gozo presente no es más que una pausa extrema antes del sacrificio. Continuamente se te distinge deambulando por la capilla, en los escalones de la entrada, recibiendo a los visitantes más insignes: curas, militares, ostentadores de títulos, aristocracia de mercaderes y letrados. Deberás rendir honores a estos viajeros y satisfacer su justa curiosidad enseñandoles los SagradosTesoros de la Cripta: la Reina Madre, tallada en aromático cedro hace dos mil años; el Viejo Museo, establecido en la casa abacial, colmado de reliquias y preciosidades; la Santa Corona del Niño, incomparable labor de artífices durante generaciones; los Mantos, Trofeos, y Vestiduras, testimonios de gloria, poder y antiguedad; los sobrios retratos de los ilustres bienhechores del Sagrado Sitio; los atributos de la Santina, entre otras curiosidades históricas.
Deberás, también, repartir impresos con himnos, medallas, recordatorios; será menester citar nombres, fechas y números; conocer estilos, épocas y tradiciones, fábulas; evitar la rutina de lo clásico.
Deberás ser insistituible por tu elocuencia natural, dulce joyera, y por tu activo entusiasmo, hasta por el tipo aguileño y el porte señoril. Y cumplir a maravilla tu cometido acogedor en esta temporada de huéspedes extraordinarios, atraídos solamente por tu atuendo exultante.



* LEONOR

Ahora todos observan a Leonor con sobresalto, que desfallece de un modo visible y va adquiriendo una semejanza repentina con su madre. Oh, aquellos labios suyos, encarnados, fuertes y expresivos, se doblan pálidos y quietos, como si temieran hallar en las sonrisas y en las palabras un acre sabor. Ya no se viste ni se arregla como antes; se le han ido con su salud los anhelos de agradar. Siente densa la memoria, turbios los pensamientos, inexplicable la angustia de vivir. Y, con la poca reflexión que consigue, ella también supone que debe estar todavía enamorada. En su su imaginación voluble crece la importancia de aquel hombre, que sabe resistirse y huir cuando ella le creía seguro.
Ha tratado Leonor de hacer examen de conciencia, en la duda de si es es sólo amor propio lo que la aflige; porque no se puede negar a sí misma la indignación que le produce el verse postergada, puesta en ridículo, con agravantes muy molestas para su vanidad. Pero se encuentra débil, combatida por un extraño desasosiego físico, y acba por creer que su daño corresponde a una verdadera pasión, cosa que le parece hasta sierto punto interesante. Por una cuita de rivalidad no habría de exponerse a caer como la hoja seca de un árbol, mientras que por un cariño sin ventura bien merece la pena de enfermar y hasta morir...



* FUTURO IMPERFECTO

Me escudaré, pues, en la certeza de un duelo moral que ha de remediarse en cuanto se realicen las antiguas profecías. Me dejaré uncir con mansa blandura al denodado viaje interminable.



* LA DAMA QUE SANGRA SANGRE

- Allá va el caballero a remolque de la dama, sin saber hacia dónde se dirige. ¿Es ella la que guía y ordena, con la desición imperiosa y dura de los fanatismos?
-Pues a todo trance quiere vencer en la lucha empeñada, y se conduce con sigilosa habilidad.
-¿En seguida, en derechura al Castillo Real, en la certeza de ver a su hijo?
-Tanto corren sus cálculos respecto a la situación actual de su hijo prófugo, que se exceden y rebasan la línea justa. Buena conocedora del carácter endeble de su niño, supone que ya no tendrá un céntimo, porque las perniciosas diversiones le habrán consumido el menguado capital. Y no se equivoca.



* GRÁCILES SERPIENTES.

Cae la tarde. Pacientemente, espero al ómnibus. Me entretengo en mirar el Sol que se empieza a escapar. Por fin el vehículo llega. Subo y me acomodo en el último asiento.
Allí, no queriendo ver nada del mundo, cubro mis ojos con mis manos y me hundo en
la negrura. Recuerdos de otros mundos, y una última nada. Un vacío placentero...
Abro otra vez los ojos. Los edificios me resultan conocidos, el camino demasiado familiar.
No lo dudo, el ómnibus ha estado dando vuelta en círculo. Hemos entrado en un Espiral Temporal. Comprendiendo lo inútil de de seguir viajando así, me bajo en cuanto puedo. Despuès de vagar por oscuras calles desiertas, llego al Gran Teatro.
Allí, presencio el Espectáculo del Fin del Mundo. Mujeres desnudas con las piernas abiertas. Totalmente pintadas de rojo, blanco o negro. Ramas verdísimas, con pequeñas frutas multicolores ,se enredan y suben por sus piernas. Se disponen unas sobre otras y yo voy ordenando los movimientos de su orgía, al son de una cadencia misteriosa y sensual. Alterados sus sentidos, ejecutan una extraña danza. Se recuestan sobre el suelo, y remedan un coito entre ellas. Por momentos se deslizan sobre el suelo como gráciles serpientes...
La música sube en intensidad, sí. Y yo me voy con esas imágenes resonando por distintos rincones de mi mente. Camino hacia la plaza. Me quedo dormido inmediatamente. Me desperta el sol de la mañana.
Me desperezo y espero. Por fin lo veo venir: desciende suavemente, más blanco que la porcelana: es un bebé, un tierno bebé...
Viene flotando envuelto en suaves y claros tules. Se recorta nítidamente en el cielo azul. Desciende indolentemente del cielo, como una hoja en el viento. Tarda en bajar, pero al fin llega. No parece de carne y hueso, tanta es su blancura. Cuando llega, lo tomo en mis brazos, con suavidad, y empiezo a desenvolver su ropa. Por fin lo tengo frente a mí.
Abre lentamente los ojos, me mira, y sonríe...


*DOS CARAS

No es tu semblante un dije sin reverso. No es el tuyo un estado de conciencia remiso, oscuro, menesteroso. No es lo tuyo un sueño, desde que llegaste, hasta la actualidad sorprendente de esta noche. No te pesan los amontonados recuerdos y las desordenadas ansiedades, y no atribuyas tu agobio a una fatiga corporal que no existe. No creas que me tienes aquí harto tuyo y conseguido, como un lindo monigote de veleta giratoria a todos los vientos. No te distraigas, como buen geomántica, en la arbitraria lectura de tu propio dibujo.



*LA CUEVA DE LA DIOSA-DRAGÓN

Así van juntos y distantes por la cerril espesura, que participa del carácter del monte y de la mies. Frecuentes cantos dolméticos, obstruyen la ruta y alternan con el terreno cencido, el musgo forestal, las zarzas llenas de rosas y los árboles cuantiosos. La dirección que llevan ondula en potreros y pendientes divididas, por setos floridos, alcores que descubren un campo de maíces unánimes, rasas muelles que brindan su delantal como regalo en la cerrazón áspera de la selva.
Pero la variable y extraña hermosura no le quita a ese lugar cierto maleficio. Tal vez son las piedras en forma de túmulo, vacías como tumbas que aguardan sus cuerpos, las que contribyen a recordar que este es un país tenebroso de mazmorras y oquedades, de trasgos y brujas, donde anda suelta la superstición. Y aunque el verano rojo tiende su escolta de olores en el aire, y zumban las ramas con alegres susurros, hay algo de sepulcral en este bosque sin caminos, a la hora fría de anochecer, cuando se regaza el sol y caen del cielo las primeras tinieblas.
Pero continúan, calmosos y tristes, como si fueran acercándose a la muerte.
Llegan por fin a la Cueva, con su boca montaraz, llena de negruras y resonancias. La muchacha se levanta el vestido hasta la cintura, descubriendo sus piernas y la desnudez de sus blancas caderas, y con un arrebato vertiginoso, blanca de terror, salta dentro del agujero sin fondo. Un segundo le basta al joven para resolverse a entrar en la gruta; tira al suelo su chaqueta y se hunde en el antro rápidamente.
La Diosa-Dragón -que ha visto el sacrificio que se ha hecho en honor suyo- se queda allí vencedora y altiva; se lleva las manos al pecho, emulando por pura casualidad al pelícano, que se desangra para alimentar a sus hijos. Y un dramatismo natural le impulsa siquiera a abrir los brazos ante la foresta salvaje, como el dragón que defiende la entrada de una fortaleza. Un momento permanece así en heráldica actitud. De pronto echa a correr desaforadamente, huye en un delirio ruin, agítadísima, creyendo erróneamente que acaba de hacer la felicidad de sus protegidos. No sabe cómo, quizá por asociación de ideas y sugestiones, vino a pensar que lo conveniente sería la argucia del sacrificio. Adelante vá sin perder la línea de sus intenciones. Pero se alarma enseguida; le parece que oye una voz demandadora, tal vez un grito de afrenta o acusación. Quiere -en vano- pensar que que se confunde con el murmullo de las aguas desnudas o el soplo de viento que puntea en los árboles; su incertidumbre la incita nuevamente a correr. Y apura su esfuerzo al convencerse de que la llaman en realidad. Es la voz de su protegido, que pide guía en aquel laberinto de la selva; es un reclamo de auxilio y dirección, que la Diosa rehúye con energías feroces. Ahora, convertida al fin en Dragón, saca de sí unas fuerzas invérosímiles, como corrresponde a un animal fabuloso. Se detiene, resopla, y une hilos de probabilidades, ata cabos de acechanzas, pone un remiendo de optimismo, y confía en que las circunstancias la ayuden. Hay una providencia menor para los intrigantes y pérfidos; existen unos dioses menudos, solícitos con la perversidad: los vampiros, la culebra, el escorpión, el búho. Pero no descenderá a esta pequeñez mítica. Sus pupilas nunca veladas son una hoguera infrecuente en este valle senil.



* LA TREGUA

Él podría contar desde entonces un siglo o un minuto en sus recuerdos febriles y sus emociones tumultuosas. Está inquieto, abrumado por una fatiga prematura cuando aún no ha salido a vencer las primeras primeras dificultades de su nueva situación. Había olvidado la debilidad de su alma, que de repente se manifiesta brumosa y encogida a la vez.
Tiene miedo a la la sonrisa crispada de su madre, a la irónica amabilidad de su hermana, a cuanto hay disgregado y confuso en su propia inteligencia. Se asoma estremecido y pálido a esa misma ventana donde su prima le acogió al venir, y le parece que ya las cumbres no magnifican el paisaje, que viven las nontañas una realidad peligrosa y deforme, que están el ambiente y la luz llenos de presagios malignos, como si su amada se hubiera llevado toda la inoncencia al Cielo.
Ni ahora ni después distingue al solitario caballero que lo llama con repentina animación, ilusionado por la esperanza de algo que lo acerque al sosiego. Quizá un mensaje hablado o escrito en el momento de partir. Residuo vergonzoso de una vida estéril que era menester olvidar. Le parecía demasiado barata su cautividad. Cuando quiso dirigir su reflexión por una senda redentora, volvió a sentir el peso de la oscura confabulación que también rinde a los buenos aliados.



* COSTUMBRES ANTIQUÍSIMAS

Se habla de los siete puente diábolicos en la carretera, de las paredes de baldosas formidables y la trepanación de los montes en el célebre camino.
-Esos lugares son muy pavorosos. Es preferible tomar los senderos de las praderías -digo con una languidez negra en mis ojos.
-No, no, me responde con semblante obcecado y torpe, mientras todo fallece en su mirada; no te puedo seguir.
-¿Cuál es la cueva más profunda del mundo?
-La cueva ejemplar. Se halla más allá del fin del mundo, se llama Cueva de la Maga, y mide varios kilómetros. Está en aquel país selvático donde se habla el croata y se conservan costumbres antiquísimas. ¡Aguza la lente de los ojos -continúa- que no todas las honduras son odiadas, pues alegres andan por allí sus sicarios! Y el humano aún puede trocar su alma por un inhumano amor. Y el que haya aceptado este trato puede despachar a su raza por insospechados portales hacia otro tiempo y lugar.



* DESPEDIDA

Me despido de mí mismo con muda expectación desde la ventana de mi trabajo, heredando el puesto que dejé con harta pesadumbre. En la simplicidad de mi existencia -suave como el crepúsculo- el insospechado viaje a través de mí se traduciría como un acontecimiento perturbador; y me veo salir con dolorosa ternura, imaginando que en realidad huyo, inexperto, desvalido.
“Tu corazón loco va a acabar contigo”, me digo mientras mi efigie se aleja, enjugándome las lágrimas.



* EL ADIÓS DEL PADRE

Es un hombre canoso, alto, ojos grises, facciones quietas, el carácter pacífico y oscuro. Vive para su trabajo -hace bien- en un melancólico recogimiento, y únicamente la niña de la casa, a quien adora, ha conseguido revestirle siquiera un un minuto, de repentina autoridad.
Ya pasó, lo mismo que una ráfaga, el intento cuya impulsión le aturde sobre el pretil, mirando como se aleja su niña.
Para su padre todos los caminos son nuevos, sin huellas, como si brotaran delante de su hija; acuden a ella todos los perfumes, la siguen todos los rumores, se lleva el sol puesto en la frente, en la risa el claro bullicio de las cascadas, en la voz el secreto de los aires.
Su padre pensó en verla y resguardarla; pensó en ofrecerle una ronda pública de cantares. Pero ya no hace falta.
"Me cuesta un esfuerzo decisivo quedarme aquí; pues hay que hacer las cosas difíciles", se dice a sí mismo con duro tesón.



* DOBLE

Una presión recóndita, un pulso nuevo que duplica la fuerza. Un sòlo banquete nos da el valor y la entereza: el sacrificio que redime las culpas del mundo.



* COMO LA PRIMERA VEZ

El horizonte se perfila intenso y azul en en una exaltación de colores de cumbres con novedades de natalicio, a la claridad infantil de la mañana. Y el hombre mediterráneo descubre las cosas con gozoso deleite, como si estuvieran recién construidas y lavadas por las manos de Dios.



* SUEÑO CON MUERTAS

Junto al peldaño que desemboca en la explanada del Templo Eterno, hay un recodo con árboles: acacias, sauces, eucaliptos, magnolias llenas de flores que semejan copas de alabastro.
Aquí, en esta sombra, es donde detengo a las Muertas Blancas que avanzan, gustando la frescura del Jardín del Príncipe.
-Señoritas, a sus pies.



* NENA SIMBIÒTICA

Pero yo no me canso de retener aquella voz afable y calurosa que habla con sordina, como si temiese despertar a alguien. Hay en la niña melancólica un atractivo naciente igual que el de la mañana. Todo es inédito y ponderado y su brío juvenil trasciende, más que nunca, a certidumbres y determinaciones. La veo etérea, como trasmutada por el licor de la Celeste Viña. “Si te han abrazado con gozo, abraza a quien se te acerque: el que ha recibido debe restituir”, le canto, comunicándole mi fuego.



* ANILLO SIMBÒLICO

-Mire usted-repuso.
Levantó la mano derecha con el anillo simbólico, a la altura del corazón, y la retuvo allí dominadora, como si alzase todo el peso de la eternidad.
-Ya sé que está usted prometida...pero no olvide que este mundo es país de hambre y de sed y que “sólo permanecen seguras las tiendas de los ladrones”.
-No comprendo- confesó la muchacha, tan ausente de sus días infelices, crédula, bajo la zarpa temerosa de lo ignorado.
-Ni necesita comprenderme- dije, recatando mi parecer adverso- usted es de los seres raros y valerosos que renuncian a los amores por el Amor...
Y ella me tendió la mano alegremente, con vivo ademán de afecto. O pensándolo bien, como arrojando su felicidad sobre un abismo.

No hay comentarios: