sábado, 26 de julio de 2008

EMANUEL SWENDENBORG, TEÓLOGO Y MÍSTICO


BIOGRAFÍA


Pocos individuos realizaron en el curso de una vida tal diversidad de invenciones y descubrimientos como los que hizo Emanuel Swedenborg.
Fue encuadernador, hidrógrafo, fisiólogo, astrónomo (fabricando él mismo sus propias lentes, su telescopio y su microscopio), relojero, lingüista (hablaba quince lenguas), biógrafo, poeta, editor, psicólogo, filósofo, matemático, geólogo, metalúrgico, botánico, químico, físico, ingeniero en aeronáutica, dibujante, músico (organista), cristalógrafo, maquinista, carpintero (marquetería), legista, ingeniero de minas, tesorero, cosmólogo, teólogo, y gran viajero.
Publicó un gran número de libros sobre matemáticas, geología, química, física, mineralogía, astronomía, anatomía, biología, psiquiatría, en los cuales se contiene el germen de numerosas ideas brillantes asignadas más tarde a otros investigadores.
Hizo los planos de un avión, de un submarino, descubrió la función de las glándulas endocrinas, el funcionamiento del cerebro y el cerebelo. Produjo también un estudio avanzado sobre la circulación de la sangre y sobre la relación entre el corazón y los pulmones.
A la edad de 56 años, abandonó sus investigaciones científicas para dedicarse enteramente a la investigación teológica, psicológica y filosófica con el fin de hacer descubrir a los hombres una espiritualidad racional. Murió en 1772 después de haber escrito más de un centenar de obras.

Este hombre fuera de lo común influyó en la evolución del pensamiento intelectual y filosófico en general. Desde su más tierna infancia, muestra una pasión para el estudio de todo lo que tiene relación con el universo y el hombre; observa los mecanismos, las fuerzas y los influjos que regulan la vida y cómo se desenvuelven.
Mucho antes de la edad de 10 años, se relaciona con el mundo adulto para buscar respuestas en temas como la fe, la vida eterna, el alma; pero descontento por las respuestas que obtiene a sus cuestiones, experimenta sobre sí mismo y por sí mismo. Su búsqueda insaciable le hizo relacionarse con Newton, Leibniz y las universidades de Oxford y Cambridge. Viaja por toda Europa patrocinado por el rey Carlos XII y el duque de Brunswick con el fin de estudiar e imprimir los frutos de sus investigaciones.
Si ya en vida influyó en Newton o Voltaire, es después de su muerte cuando se profundiza su influencia en diversas ramas del pensamiento.
Los escritos de Emanuel Swedenborg inspiraron a grandes músicos, escritores y psicólogos en sus obras. Entre ellos se puede citar a los más conocidos tales como Goethe, Gérard de Nerval, Balzac, Wagner, Oberlin, Berlioz, Baudelaire, Paul Valéry, Eliphas Lévi. En lengua castellana su difusor mas importante fue Jorge Luis Borges, que escribió varias conferencias sobre el místico sueco. Carl Jung dibujó la inspiración de su "psicología de las profundidades" en los "Misterios Celestiales.
Algunos pensadores le achacan que solamente tiene como finalidad el espiritismo; mientras que Swedenborg sólo practicaba el espiritismo para convencer, conociendo bien los peligros de tales prácticas. Otros se sirvieron de él sin referirlo directamente, pero para crear su propio movimiento religioso, su propia iglesia y utilizar su teología de una manera personal. Entre ellos se podría citar la teosofía o la antroposofía.
Decenas de millares de adeptos en el mundo le leen, y a pesar de una apariencia hermética, los escritos teológicos de Swedenborg son simples en su mensaje inicial: "Ama a tu prójimo como a ti mismo, purifícate del mal, trabaja para la armonía universal".




OBRA


El Cielo y el Infierno
Swedenborg pone de manifiesto en este libro que el cielo y el infierno son estados del alma. Después de la muerte del cuerpo físico, el individuo pasa un tiempo intermedio en el mundo de los espíritus y de ahí elegirá libremente ir al cielo o al infierno. El cielo no es una recompensa y el infierno no es un castigo.






Arcana Caelestia

Publicada en ocho volúmenes, analiza el sentido universal de los libros del Génesis y del Éxodo. En este texto, el sueco afirma que el mundo de los espíritus tiene la forma de un Gran Hombre donde ingresan seres vivos de todos los planetas de la galaxia. Cada espíritu es ubicado según sus características, estado de ánimo y disposición moral. En cuanto a la apariencia del mundo espiritual:

“… Se ven en él llanuras, montañas y colinas separadas por valles, así como lagos y cursos de agua…. Tan grande es la similitud entre el mundo espiritual y el mundo natural que el hombre, después de la muerte, está persuadido de que sigue en el mundo en que nació y que acaba de abandonar. De aquí que los recién llegados digan que la muerte es sólo una transición de un mundo a otro que es parecido”

Nadie, según le contaron los ángeles a Swedenborg, es obligado a ir al Cielo o al Infierno, al contrario, ambos sitios están abiertos para todos, pero la personalidad del elector determinará su comodidad en el sitio escogido. Ahora bien, en el Infierno la crueldad es controlada por Dios a través de sus ángeles, porque Él no desea que exista un mal superior al que existe en la Tierra. Lo más relevante en el averno de Swedenborg son los cotidianos golpes de estado, de allí que no sea gobernado por el Diablo como tal, sino por una infinita sucesión de espíritus malignos. Swedenborg, meticuloso y verosímil en sus observaciones, nos detalla la apariencia de los Cielos e Infiernos, los ropajes de los ángeles, las distintas sociedades que los conforman, los diversos roles desempeñados por ángeles y demonios. Por ejemplo, nos relata que en el cielo no existen ancianos, porque allí las personas van rejuveneciéndose...


La sabiduría de los ángeles
Presenta cinco aspectos de la visión de la existencia: la naturaleza de Dios, la naturaleza del mundo espiritual, la naturaleza del hombre, la doctrina de los grados; la creación del universo.


La Divina providencia
Relación entre Dios y el ser humano. Descripción de las leyes espirituales que regulan el universo: el Karma, causa de las enfermedades, guerras y el sufrimiento en general.

Las cuatro doctrinas
Exégesis bíblica sobre la naturaleza de la vida, la Fe, Jesucristo.


La nueva Jerusalén y su doctrina celeste
Resumen de las doctrinas y de los elementos de la teología de Swedenborg.


La verdadera Religión Cristiana (en 2 volúmenes)
Última obra de Swedenborg, se refiere a la naturaleza del cristianismo espiritual. Comparación de los distintos dogmas cristianos con lo que enseña la Biblia en su sentido simbólico. Significado del Bautismo, la Santa Cena, Trinidad, el decálogo, la vida eterna, la vuelta del Cristo, el hombre cósmico.

Durante la conferencia que Jorge Luis Borges impartió en la Universidad de Belgrano el 16 de junio de 1978, el escritor relató someramente las visicitudes de la obra y la vida del místico sueco. Así, explica cómo sucedió el cambio de perspectiva que a los 56 años lo arrebató del estudio de la ciencia y lo condujo a la teología y el esoterismo. Este cambio de perspectiva supuso un cambio de estilo: del barroquismo a una árida prosa que buscaba la exactitud de la descripción. Dichos cambios se deben a una serie de revelaciones cuando Jesucristo se presentó en la casa londinense de Swedenborg para requerir de él una misión: reconducir la religión y la interpretación de las escrituras cristianas. Como los poderes de un Fausto para visitar cielo e infierno, pero evitando el pacto diabólico, Swedenborg recibió permiso para contarle a la humanidad los secretos de la vida después de la muerte.

Eduardo Chinasky






lunes, 21 de julio de 2008

ALTA LUNA MARROQUÍ


POEMAS EXTRACTADOS DE "ALTA LUNA MARROQUÍ", DE EDUARDO CHINASKY



ALTA LUNA MARROQUÍ


ángeles que sangran


nueva vuelta impar
ahora en este mismo instante
en las anchas rutas desoladas,

todo remite a la hierba
canales, horizontes de desolación,
todo conduce a la hiedra que es como un grito
lo que cae no es el sol,
la vida dura una tarde entera
espeso fluido
las sombras son tan parecidas a sí mismas
sí, yo soy el falible

no me animo a mirar mi mano porque
sé transitar la línea de la vida,
vos, diminuta
¿como se sostiene el amor?
¿que es ser inocente?
es la desesperación misma
donde quiera que vaya, dejo huellas de sangre
tu esfera rosa
he descubierto tu escondite
hemos fusilado a la noche

gestar en las profundas ensenadas
un ensueño de fecundidad
un infinito de agua fría
vértigo de agua
flor de ojo
crepúsculos en abanico
esplendor de la luna
lluvia como plata oxidada
agua, agua, sí, pero inmensa
desalojando la vida.
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FANTASMAS.
Tenue pareja de fantasmas
recorriéndolo todo, desafiando a los ojos del silencio,
buscando un tesoro por la casa desierta
cortinas, armarios
buhardillas, arcones.
Por la noche, sólo se escuchan sus pasos invisibles
el rumor del viento, y un corazón
que asustado, palpitante, se oculta.
Estoy solo (cuando me doy vuelta, ellos desaparecen; conozco su juego)
y los espejos de la sala
reflejan el cielo, reflejan manzanos, reflejan rosas.
Los fantasmas recorren la casa fréneticamente-de la luz nocturna delfines –buscando en el comedor, en el jardín, esa luz que acaba de escaparse.
El mar es débil arrullo o todo estruendo, y los árboles se inclinan de aquí para allá, movidos por una ráfaga de Otoño
mientras una candela arde tiesa e inmóvil.
Los fantasmas recorren toda la casa en regocijo- escalofríos, temores infantiles- abren y cierran ventanas, susurran, y se aproximan al lecho, lámpara en mano.
Mientras, en la foresta, un pájaro plateado
en carrera
sobre el aire rodante, girandoen éxtasis
deslizándose, hendiendo el aire
y las esculturas del jardín
bailan una danza de mármol
al compás de una música secreta.
Y cesa el viento.
Y me despierto.
Los fantasmas han desaparecido.

OCEÁNICA


POEMAS EXTRACTADOS DE "OCEÁNICA", DE EDUARDO CHINASKY



DEMONIO MERIDIANO

He comido pan con entrañas de carnero.
Con arrullo soñolento de monotonos
Hervores
ya no encuentro en la
comarca

entre los selvàticos
juglares
entre las contiendas fabulosas
de los hombres de honor

ya se han ido, ya se han ido
los que habitan sus majadas, han perdido
sus vìrgenes frescuras
sus venenos
naturales de exquisita frigidez
ya no cuentan
la azada y el tesoro
blasfeman los pastores
maldicen la fortuna de los que habitan
los palacios y las màgicas ciudades
gruñen rencorosos los demonios
como perros amarrados
venteando los placeres
blandiendo el cetro
de la paz; y las estirpes patriarcales
de selvàticos faunos
mùsica primordial que en los senos
en los silencios transparentes
-màs sabrosos que la misma miel-

Oh, esa mùsica tan virgen como el aura
De mis montes
Tan sonora como el viento de Abril
Comoel llover de los abismos en las noches tenebrosas
El terrible ladrar de los mastines
En la densa oscuridad

En las entarñas de
La vieja hueca encina
Donde, herido por los tiempos,
El demonio hosco y bravo se encerrò.
Esta sangre, que la codicia envenenò
En el culto de los montes abrevados
Vagando por rùsticos asilos,
leales como mastines




ULTIMO TREN A AMEBALANDIA

colores
sin luz
oso solar
los recuerdos
se alejan
como un torrente
sinuoso indulgente
a las leyes
de la
memoria

como un
fantasma
del amanecer
como un invierno
lìvido
en la demente
hora de la
sinrazòn
en los momentos
oscuros
y sin
pasado
toco con mi
mente
una zona
de tiempo
demasiado
vacilante



BAJO TU MANTO

Bienvenido,
vestida de templos
obras sòlo por milagros.

Tu pèrfida naturalidad.

Flores, flores
amarillas y rosas
con su dulce voz partida en sonidos
y tu belleza
infinitamente triste.

Me ahogas
con tu ternura
de àrbol

el reflejo etèreo
del agua.

Estaba ya
en tu destino
en la encrucijada
pretèrita

Que perdure tu sonido quedo, como el eco
de otros diciembres.

Fluye siempre, fluye
casi siempre hacia abajo...



ALETEOS DE MIRLOS

Agujeros
como ojos
cajo el aire rancio en el pantano
de los juncos.

Aleteos
en la oscuridad
veo
agujeros

como ojos

casa del lobo
casa del escorpiòn

numero interminable
de cuerpos y pabellones
sobre antiguos mapamundis

cegador como el mal,
tu cuerpo de marmol
-pero un màrmol de fuego-
sobre mi frente vasta
soy la deliciosa derrota

tengo al cabeza
repleta de aleteos de mirlos

y tejo la madeja de mi miedo
y escucho la voz de los tiempos
inmemoriales
la voz

de los
seres
sin
forma.

dime si el famoso poema
te nombre o no te nombra,

si tu cuerpo,
-esplendiendo en los zaguanes-
bajo las parras,
bajo los campanarios,
está en contra de los cielos
otra vez azules.



OIGO LAS SIRENAS CANTAR

Asì cuentan del hombre
que se perdió
y se encontró
en la locura:
“...las làgrimas vertidas
y las sombras
proyectadas
por
las piedras
en el verano
tambièn
son
arrastradas
por el
agua”.



OCEÁNICA

El pánico silencio
de la cuenca vacìa del río seco
se pierde tierra adentro.
Soledad.

En esta playa
-que alguna vez soñaste-
un delta de arena forma una muralla oceánica
y charcos tibios, poblados de erizos de mar,
lagunas secretas de barro agrietado,
del tamaño de huellas de animales antidiluvianos.
Fuga.

Las mareas,
las mareas eternas que golpean contra el corazón del vacío
que chispea como relàmpagos.
Alba.

En la oval terraza,
donde la luminosidad
vibra en mil tonos
de cadencia
perfecta, uniendo
todos los polos diametralmente opuestos,
ahora mismo, en esta vigilia única
gran fuente de luz
pues los océanos, para el calor y para el día
tienen mejor memoria

El prehistorico glaciar
cambió de color:
el blanco se volvió gris,
el desnudo gris se volvió gris paloma,
el gris paloma se volvió gris tiza,
el gris tiza se volvió rosado
-y todos se anularon en el ùltimo instante.

Temgo las mil tribus
de Samaria
nómades
salvajes
clamando por mi sangre, por la cotidiana cifra
de las inmensas columnatas la terraza final
adornada
con ajadas pinturas
rupestres de hechiceros y deformes
cefalòpodos
flotando en las almohadas de nuestros sueños...

Miramos otra vez
el mar
donde las profundas aguas amoniacales
nos arrojan reflejos al pálido semblante,
como los pensamientos fugaces
–de cuyos frutos vivíamos-
y ha por fin enmudecido
y los susurros de las olas eternas
se acercan más y más
y la vieja ave marina vuela entre los elevados arcos
entrando y saliendo, entrando y saliendo
de la órbita de la civilización,
antes de perderse en el sol, implorante
punto de luz
(una perla ajada hubiera
despedido màs brillo)
pero ahora
asciende un poco más
mientras el viejo iceberg
olvidado por la claridad,
se hunde en lo oscuro

¡compartamos todos
este mismo, intenso
amor
caminemos ahora juntos, como uno solo!
Pues además de ser patética, a veces
la vida es cíclica

y el silencio, una forma de asentimiento
por dentro
las cosas tangibles e intangibles
en un punto se tocan
existen
dos tipos de vida
tan diferentes
que sin embargo,
siempre
nunca
se encuentran sin respirar
la atmòsfera de su opuesto:
porque cada tipo de manifestación
sólo prospera
en la muerte
de su otro

y asì, los siglos
cambian de centinelas...

aquella vez en que nos detuvimos
un instante
a mirar por encima
de los ondulados
líquidos
como esperando ver
esa aparición
aquel antiguo
espíritu
del agua
que recorre las playas
bajo el copioso llanto
de su atmòsfera

bajo los eternos vientos,
bajo la lluvia torrencial.


¿Qué pasará cuando el tiempo de cambio
destrone la luna?
¿Los siete mares hervirán de furia?
¿Se secaràn por fin las playas?


¿Aparecerá entonces la secreta clave
en los ùltimos pisos
de la Gran Piràmide
(o en alguno de sus
infinitos escalones)?

que no te llevarán a nada, a lo sumo
a diez kilòmetros de su cima,

en la próxima encarnación
azarosa
yo, nosotros, él, ellos,
alabaremos a las pròximas
divinidades



REFLEJOS

...se le astillaron
los ojos.
...renació apenas
como sombra.
...y se preguntó:
¿duermen de noche
las flores?

DIOS DEL CAOS

POEMAS EXTRACTADOS DE "DIOS DEL CAOS", DE EDUARDO CHINASKY


AQUILEAS EN FLOR


Un inventario de hierba
un inventario de las infinitas categorías
de los mortales
¿dime, dónde anidó el cuervo: entre los álamos o entre la tela de araña?

oh múltiple cuantía, violeta melancólica
cuasivirgen de velo blanco,
quisiera regalarte
un modelo de universo oscilante,
los infinitos enigmas de la trayectoria del cometa,
y la estrella más brillante, Orión

aquileas en flor
hojas
madreperlas de sueños
voces
pestañas capullos
bajo la luna
innumerable, intemporable
deseosa mandrágora
azur azul
no crece aquí caledonia
ni agua
ni calas

finaliza ahora
el cantor su hueco canto
(obtuso a la mínima luz del alma,
navegó a la deriva durante eones instantáneos
hasta que se convirtió
en muertas anémonas
en babas de caracol
en algas entre las cuales duerme
el gigantesco pez de las profundidades)


durante la quinta hora solar,
los dragones beben en caracolas
rebosantes
de agua de río
donde crecen los asfódelos

inscripta en la ciega zigurat
-que predice la caducidad
de todos los seres sensibles-
bajo setenta y siete mil lunas
con total pérdida de lumbre,
el seco viento africano -que era anterior al hombre-
barrió con todas las cisternas subterráneas
y los vapores y miasmas
del pantano azul

oh teodicea
espía de las vibraciones del jaspe
casta flor
canto épico transcripto en el ámbar
violácea soga,
tenue brazalete de turquesa,
que nos une a los que ya se fueron...

oh inquisitiva
todo es corrupción de dioses
y etéreos cuerpos

durante la prodigiosa cosmogonía,
las pléyades descendieron sobre los verdes eucaliptus
y posado sobre el duraznero, en posición supina,
el pájaro de luna melodioso
discurrió sobre el Gran Principio

en el eterno año lunisolar,
la calcárea amonita obtuvo, a través de los siglos, el uso de la mente.


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BESO DE VENUS


Allí, en el jardín celeste,
aquel Dios Desconocido contempló el mundo,
abandonó los vinos de la dicha,
y la música de la opulencia.
Contempló la paz oscura
del Caos, el supuesto Orden,
esa tormenta mundana que día a día
se arrastra hacia el abismo,
ese mundo pútrido
donde se agitan las almas vacías, esclavas del tiempo.

Escrutó la cara del miedo, los ojos negros de la miseria,
el misterio que rodea al Dios Temis,
las negras tinieblas de la mentira,
y la incesante hueste de seres alados que descendieron desde el Empíreo,
durante la era en que el relámpago de la riqueza los expulsó de las moradas eternas;
recordó cuando regaló a la humanidad la Muerte, el suave olor del Olvido,
para mitigar las penas
y suavizar el sufrimiento humano.

¡Injusto!
Despojado de la eternidad, sin banquetes, y sin veranos,
vagó con odio en la sangre y caos en la mente...y un muro detiene su fuga.
Mientras ahora contempla sus errores, el vacío, y la banalidad que inspiró,
la ambición -que arraiga el noble al poder-
y las inefables tosquedades
del espíritu humano,
llora el oro de sus ojos, escancia la hiel del dolor,
llora otra vez, y quizás se arrrepiente y lamenta el pasado –inmutable-
y deseando cambiar su tristeza en banquetes de banalidad
para sus hjios,
colmar también de felicidad y justicia
de claridad y paz cada molécula del orden del mundo
allí, en ese paraje donde no imperan los besos profundos de Venus, sólo el crimen sádico,
ni tampoco se sirven los vinos de la dicha, sólo la hiel de lo ocre;
y la música disonante y cacofónica, como el fragor de una batalla,
(todo esto junto pensaba cambiar)
y en el segundo exacto en que está a punto de descender, la diosa
le escancia un néctar sublime,
le mira los labios sabrosos
y los ojos necesarios,
se los besa,
y bebe con él el licor sagrado.



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DIVINA FORESTA

Un libro sobre la hierba.
Sobre el cristal, todas las hojas son verdes.
La manzana exhibe su lado más maduro,
la luz se derrama sobre el piso, se cuelga de las cortinas,
la sombra de una gaviota burlona atraviesa el tapiz.

“Sí, sí”, repite constantemente el pulso del bosque
en tono bajito.

“El portón es muerte, el portón es muerte”
susurra quedamente el corazón de los árboles
“Mirar, mirar hasta que estallen los ojos”, cantan.

El viento rugía en el monte,
y tuyo es el secreto del otoño -innumerables besos
el amor sobre tus labios -nuestro gozo escondido
mi boca que se ahoga en tu corazón – nuestro tesoro
bajo los portales góticos –lluvia

Y el sol apenas vaciló
y reímos, transportando recuerdos al desván
“Haz la luz tu esclava, ¡ahora!”, repetían furiosamente
las pulsaciones del bosque, cada vez más rápido.

Las nubes se afilaban y descendían
los canteros de césped descuidado humeaban ya de oscuridad
me escondo bajo salvajes rayos de luna, pero es inútil
“¡Tu amante es un fantasma, de nuevo te ha hallado!”,
gritaron por fin los árboles, arrancándose repentinamente la máscara.



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AIRE REMANSO



Mediodía
fulgor claridad
aire remanso cielo

en éste momento
sólo me preocupa
tu ausencia.


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AÑOS FUGITIVOS

No nos precipitamos
no nos apasionamos
no odiamos.

Ignoramos la furia del hombre
Ignoramos la locura de los adversarios

Tenemos miedo, pero nos dominamos
no discutimos nuestras dudas

Anudad la cuerda, afilad el hacha
templad la espada

he revelado al enemigo
los secretos de nuestras fortalezas

En algún seco rincón de otro continente,
la gráminea de pesadas espigas
ha crecido junto a primitivas aldeas
los caldeos pretendían
que Oanes, el dios-pez
brotó de las aguas para enseñar a los hombres
las artes y las leyes.

Fatalidad misteriosa
escapando por mil disimuladas sendas
mi pensamiento franqueó años
el acero y la madera prevalecieron
pero los devorarán los tres fuegos
-ceniza roja en las orillas.



Éste es el camino que ningún hombre
ha recorrido hasta el fin
Éste es el río tan largo que ningún viajero
llega por él hasta el mar
Éste es el sendero infinito que serpentea entre las lomas.
Éste es el puente que nadie ha atravesado
completamente.

Feliz aquel que detrás de la niebla
y las nubes bajas
ve (o cree ver)
la otra orilla.



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VID SALVAJE

A la hora
en que la persistente luz
se da por vencida
diluyéndose en siglos
tu espejismo


tu imagen indecisa en mi memoria
-funesta afirmación
de lo ido para siempre-
rabiosa resignación
de mi temblor
frío abrazo de la niebla estival
conciencia de mi soledad

no será un eco, quizá
sinó muchos

el libro de Isaías
se disuelve en polvo
el gamo, sin saber porqué, se atreve a salir de la espesura
allí, cerca del reloj de sol
los tréboles inclinan su cabeza
los dientes de león amarillean
los ásteres -que aman el agua- se marchitan en los macizos

florece la cizaña
la savia
se consume en los tallos de las camelias
...y no habrá capullos
en la próxima primavera.



¡esto era en verdad el desierto!
la soledad
-que empezó en los primeros días del mundo-
y sus caminos
que atraviesan los apretadas filas de mezquites;
el espacio
recién conquistado, se ve apenas
atrás su obra
¡no hay tiempo!
mil años son un día
la arena vuela, los vientos desplazan los guijarros
y los cambios son apenas perceptibles
el desierto mil veces borrará tus huelllas humanas
aunque los oxidados rieles permanezcan eternamente en su sitio.

Muertos fatalmente los soles
nacimientos apenas concretados
mudas torres
que en el cielo nocturnal se clavan

y las tumbas de tus días, ¿que lápida llevan?

anclado entre los hombres
-no debería pasar tanto tiempo solo, me dicen-
como el niño que aprende a gatear
cuando el decir es nada,
sentir que el sol siempre vence, porque es su deber,
sentir la aspereza del pasto.

Necio hijo de Octubre,
¿quién sabe por que rincones

sobrevolará tu espíritu
después que te hayas ido?

tras la mirada
yo también soy parte de lo que he visto,
entonces todo amor es un arco
vidas sobre vidas
horas sobre horas,

y cada segundo que pasa me salva de este pétreo silencio
que es silencio y algo más...

¿qué almas resisten este salvaje perseguir?

Desperté
el murmullo del sueño visionario cesó,
lengua no habrá
que mi callar no exprese;
centrado al extremo soy,
lenta sube la bruma, y el torbellino
que gime con múltiples voces
como una verdad no revelada
loco torrente
que será también
tu castigo.

LOST ATLANTIS

EXTRACTADOS DEL LIBRO "LOST ATLANTIS", POEMAS, DE EDUARDO CHINASKY



NUEVA

Toco tu carne de hebrea.
Bebo la sal de tus aguas.
Oigo tu voz marina.
¿Dónde está tu orilla?





La vibración residual del big-bang
de la rotura de tu corazón

aúllo al desierto que serás
a tu fusta excitante y dolorosa
a las huellas que nos unen, a pesar de todo.



MUSICA MÁXIMA MAGNÉTICA

Dios vive en la lluvia, me dijeron


a la sombra de los helechos
verano
pórticos que ya no recuerdo
jardines que ya ni me recuerdan
luna entre
los pinos
un lugar-nunca

no he dado fruto
no estoy viviendo, no he vivido, nunca viviré
durante vertiginosos instantes
voy sintiéndome río

en mi oronda plenitud
oigo ladrar los perros

orden del caos
voz de otro mundo, me quedan
apenas unos años despiadados


alguien ha llegado, y todo
lamentablemente, ha terminado




SOL LUCET OMNIBUS

Y mundo es a esta hora
Altar inmenso
En donde la
Gratitud de los seres
Su holocausto pone
Ofrenda tan santa acoge
Sin mariposas, pájaros ni flores
En una inmensisad deshabitada
Te retuerces, te crispas, te dislocas
Y por cincuenta pórticos se exhala
Lanzas un ay por cincuenta bocas
Carabelas voladoras
En el
lienzo en que se pintan las auroras
Dejando ver sus radiantes simbolismos
En la profunda oscuridad
Condecoraciòn de los abismos
No es la flauta del dios
la que desgrana la perlas de su llanto

Musical lamento
En su canto sonoro.




MYSTICA

Las trayectorias de los pájaros, hijos de laGran Madre,
Crecen ahora, hacia el lado del poniente, mientras se muestra la luna,
Toda ella bruñida de rocas y azufre
Atacada por breves
tormentas que la
cortan, allí donde al poniente muere el día
y donde las gaviotas burlonas
sobrevuelan
aquel arroyo donde muere el cabrito, y dónde Él,
ídolo no fugaz,
en su trono -abierto de par en par- aura prístina
ostenta, más blanca que el puro encaje;
sí,Tù, pájaro inmortal,vorágine marina,canta
aquí, perfecta!
Y Él, único, se desvanece
-con tan sólo un parpadeo.




SIT TIBIS TERRA LEVIS

Los surcos infinitos de la bajamar llevan hacia las ruinas de la selva
el cuerpo, que, níveo en su candor, toma el cielo por baldaquino.

¿Vale el eco de tu latir
una lágrima de la tiesa candela?
Blanco verde, rosal umbrío
comulgaré sobre las olas

y la quietud será el universo mismo,
la quietud, y la potencia de su celeridad,
capaces de desgarrar las paredes de hierro
del silencio.




VIGILIA DE LAS PENAS

1.Busca el egipcio la gloria inmortal?. Oh, caravana del linaje humano, el amor a la gloria, a la justicia ¿adonde te llevó?.
Eres fecundo en servidumbre y males.

2. Siempre al bien sin fé, y al mal, sin esperanza.

3. Se cerniò como el ave, revoloteando sobre los potros airados, sobre este mundo desquiciado, sobre el fuego que los espacios abrasan. La virtud no muere ni olvida.

4. Seis veces sentí las ráfagas del otoño. Seis veces el alba se vistió de invierno. Seis veces he visto las glorietas de bambù. Seis veces he sentido el blando soplo de la susurrante brisa.Seis veces de seis veces he visto el girón de grana que deja el sol al morir.Ya van las palomas arrullando dulcemente en el sauzal. Ya bajan los peces a sus nidos de concha y de coral.

5. Nunca he disfrutado de la armónica risa, la tarde celeste, el mar de plata, el suavísimo verde del inmenso cañaveral, las nubes de nácar y plata. Las olas sombrías, el viento que se sacude gallardo, la noche umbría y la foresta amena.

6. El àmbar de tu aliento.

7. ¿Ven mis cabellos? Eran muy negros, más negros que las alas del cuervo. Ahora están muy secos, tan blancos como las flores del arrayán. Fué mi infancia un nido verde y azul, el orbe entero vibraba al son de su palabra grave, hasta que se cernieron sombras aladas.

8. Enlutar tu alba frente.

9. Es ésta la vigilia de las penas, pues por las penas se te amedrenta el ceño. Cuando arda la poesía, abandona todo. Ya no ves cubiertas de dolorosas espinas tu almohada. Huyes de la morada soberbia de los reyes opresores. A su tumulto ajeno vas urgente, como si oyeses el trueno que retumba en el remoto mar profundo.

10. Se murieron mi raza, mi historia, mi nombre. Sólo quedan ecos que en esta bóveda se esconden.

11. Y digo: ya agitaron una vez las olas de este mar mi barco incierto. Los vientos me asaltaron, mis velas se rasgaron, y un gran vuelo de gaviotas manchó el azul celeste.

12. Triste nací. Dichosos los que en la tierra lloran,dije. Y mis ramas esparcì sobre el suelo.




TRANQUILIDAD

“No,
nada,
silabeaban
sus caras
ausentes
pretéritas"
Eso
dijo
ella
para
tranquilizarme
antes
de ser
engulllida por
un cocodrilo
sin boca.



LO ROJO DE LA LOCURA

La blancura intolerable de las casas en verano ¿nunca la viste?
lo rojo de la locura, como una afrenta; la hediondez, propulsaándose
velozmente a sì misma hacia su propio infierno, más y más adentro de la oscuridad, ahora;
en vano huyes de tu propio funeral;
sólo aspiro a descubrir el itinerario de tus azahares, mi bien;
¿aguas pulverizadas o trombas marinas?
...repentina necesidad de muerte tengo.

Soy un cadáver exhausto soy el peor reo del pabellón soy la más minúscula de tus criaturas oh Altísimo
tu ánima emana de los viejos troncos huecos ¡escúchenla! es como el sonido de la noche parietal es como la concha inviolable del cangrejo es como tus pestañas luminosas

yo: aluvional, suicida
vos: coronada de palmas de mar;
vos: luna de tiza, guardo tu muerte para mi estupor

¿estamos todos perdidos en esta fábrica de insomnios?
¿son tus ojos-esmeraldas los que me veràn partir?
¡hace cinco mil millones de años que habito dentro tuyo, tirolès inmortal!
envejeciendo a espaldas del amor, me miro: arborescente, casi sin edad, apenas vivo para registrar los suspiros del gran gigante múltiple

el gran maestro de la errabundia; tú, que iluminas las peores noches, eres apenas un cruce de elementos
dispersos al azar entre el mar y la arena, como mónadas
invisibles sòbre los mástiles.
Me hunde el peso de la lucidez en carne viva.
¿A quién no?

domingo, 20 de julio de 2008

MICRORRELATOS 1

EXTRACTADOS DE "BONITOS OJOS CIEGOS, MICORRELATOS", DE EDUARDO CHINASKY



* IRREVERSIBLE

La interrupción, delatora y sombría, traspasada de angustia, produce un tumulto de ávidas reflexiones. Sí para nuestros cariños deseamos la inmovilidad, en vano quiere el corazón asentarse en la roca firme y sólo creer en la mudanza de lo pasado. Lo que se jura suele ser materia de perjurio, palabra cobarde, que no confía en su propio valor.



* LA GRUTA

Iban casi a tientas por la cerrazón subterránea, sin otro punto de claridad que aquel encendido al costado de la gruta con una significación perennemente viva. Las memorias distantes se les acercaban con susurros cavernosos, en el opaco rebullir de la plantas, en el vaho de los cirios muertos y oraciones interrumpidas, en el confuso gotear de las piedras (que nadie sabe si lloran o sudan).
Iban como peregrinos mortales, con las manos tendidas en la sombra, como ánimas sin rumbo. Desde lejos, por un arco del túnel les llega en el aire un cantar que tiene algo de sollozo por lo que se deshila y anuda como si fuera a romperse.
Iban aproximándose uno al otro, los caminantes, hasta confundir la mutua respiración. Su inquietud reconcentrada era demasiado noble. Las voces del túnel les sacudían la imaginación, partida entre la realidad y el sueño.
Llegaron por fin a la Magna Cueva, como dos criaturas inseparables, a buscar y padecer la vida eterna del amor. Se dicen sus ambiciones y sus promesas en son de plegaria, arrodillados humildemente, sedientos de fé. Les ensordece le agua que a oscuras rueda con un clamor innúmero, todo un río potencial desplomado entre la pared cerca de la gruta. La voz incansable del torrente aquí se difunde en sones de plenitud: es el espíritu de la montaña cebado por el lloro de los siglos.
Así, conmovidos por esa naturaleza legendaria, disfrutan del raro orgullo de de verse instalados en el Misterio, únicos poseeedores del Santo Lugar a esa hora cuando sólo parece vivir el maravilloso estupor nocturno.



* SANGRE INMATERIAL

Para la Doncella Cristiana, este perverso sacramento define la gloriosa pérdida de un ser en otro ser, la transfusión de una sangre inmaterial en el Espíritu Santo. Reconoce la Doncella, con asombro, que su centro de gravedad está fuera de sí misma, en su alma de escogida. Es ella quien sostiene el pulso encima de las cosas mensurables, que la empuja redimida y vencedora, a la suprema libertad humana.



* VÍCTIMA PREDESTINADA

“Acaso una víctima de la predilección sacrificada por esos ideales pudieran conseguirlos”, se dice La Inmaterial en un atávico pensamiento, que la hace abandonar con la involuntaria certeza de volver a encontrarla... Aunque tal vez recoge a su víctima predilecta ahora perdida en la claridad sucesiva de un recuerdo ¿De qué antigua predestinación le vienen esas meditaciones?



* SEPULCRO

Está aquí visible el Sepulcro del Caudillo, estruendoso de espumas al alcance de las peñas, elocuente de historias bajo el manantial que nunca las acaba de decir. Está franco a la devoción de los romeros la puerta cancel de la capilla; propicio el santuario a toda solicitud, sin más guardianes que la fiera templanza religiosa, sin más guías que un farol reluciente en los riscos como un viril milagro de la noche.
Abajo están perdidas en la estrechez del terreno las bases de cada talud, la pendiente vertical de los muros, la dirección tortuosa de los caminos; aquí la curva del monte se levanta como un seno enamorado que suspira, y se acerca al follaje de oro de las nubes con ímpetu aguileño, lo mismo que si el Sepulcro del Caudillo no tuviese raíz terrenal y se mantuviera volando con unas alas providenciales y felices.



* CANTO

El canto inmemorial brota desde el fondo cavado del torrente junto a la nansa donde el río se hunde para minar hasta el Jardín del Príncipe. Y asusta que la voz patética de ese canto consiga romper los baladros inólitos del agua y desgarrar el silencio olvidado por las centurias en el sopor de la noche montañesa. Es querella inmutable, la canción doliente que surge desde que la tierra dejó de ser niña al influjo de la raza humana. Dueño y señor del espacio, el canto sacude las hiedras que abrazan las paredes y las pasionarias de los balcones donde se apoyan los novios, y prosigue el rumbo de su cuita por los bosques siniestros y los mármoles color de rosa, los rediles dormidos, la cama oculta del animal salvaje...



* TODAVÍA

¿Sientes clavada en tu vida la fugitiva endecha? ¿Sabes si el dolor del cantar no se ido? ¿O asciende todavía por las rutas virginales como la pena de un amor que nunca concluye? ¿Dos personas que se encuentran y se apartan son como dos naves que se cruzan? ¿Las dos van y las dos vuelven? ¿Percibes el antiguo grito, retador y vigoroso como un mensaje prepotente de los orígenes?



* HIMNO IMAGINARIO

Patrias demasiado jóvenes y líricas. No devolver en hazañas bienechoras el calor de la sangre inmortal. Ha de ser el clarín que convoque y unifique, abiertos los brazos como la Cruz de los Andes. Asistir a la vida de nuestras casas raciales en Damasco, Jerusalén, Bagdad, Salònica o Estambul. El hombre errabundo -que para sí nada busca- perece por unir en un solo himno imaginario, la depurada oración de un pueblo frágil y elegido, colmado de blasones y privilegios de su estirpe. Como un vaso religioso lleno de un misterio indescifrable.



* AMOR

-Sin esa mujer maldita, no podré vivir.
-¿Pero no la tenía usted antes?
-No.
-¿Entonces?
-Tenía la ilusión de lograrla.
-¿Y usted renuncia a esa ilusión que todavía existe?
-Me desatino y consumo..., ¡y tan pronto soy un hombre como una fiera!
-Hay que confiar en lo providente y venidero. Salga con animación a lo que el Señor disponga.
-¡Saldré!
Y se dispone a afilar el cuchillo para ultimar a su amada.



* BLASFEMA CARICATURA

-Usted nos va ofreciendo su doctrina evangélica, sin cesar, a través de todos los países, como Jesús, que nació en un viaje y no se detuvo hasta la muerte.
-¡Bah, ínfima caricatura la mía de Ése a quien usted nombra! Yo gozo y descanso en mis tareas. Hoy mismo trabajo y disfruto en esta cumbre augusta, poblada de múltiples enjambres, que siempre está sola como una tierra de silencio y enseñanzas.



* PELDAÑOS DE LA HISTORIA

Soy el fundador de la Escuela Universal de Occidentalismo. Manejo desde siempre los destinos de la raza, ingente en los peldaños de la Historia, ¡Y no se me puede interrumpir con cuitas de amor y celos! Estiman mi firme voluntad -achacosa de a ratos- como resultas de un combate violento en el que se vacila sin caer. Sé que infunden un respeto asombroso tantas dignidades concretas en mi insignie figura. En mi gabinete, hay cartas y periódicos de todas partes del mundo, especialmente desde Marruecos hasta El Cairo y también Alejandría hasta América del Sur. Tengo una actividad llena de poderes que se comunican a todo lo que me rodea. Yo también soy interesado: si padezco y lucho, es porque es porque ansío ganar la vida eterna de mi alma. Y deseo aplicar este deseo sustancioso a mis propias ansiedades. Y sonriente, lacro unos sobres, pronunciando:
-El calor humanitario que se reduce al mísero hogar puede ser un estorbo para la renovación del mundo.



* RITO PAGANO

Sube la marea de peregrinos y turistas; llenos están los hospedajes del Santuario, y se nota en los cultos religiosos la abundancia de fieles, así como en las excursiones paganas la crecida de los carruajes; pero el monte sigue sigue silencioso dentro de su mismo penetrante rumor de aguas y susurros; continúa solo, bajo el enigma de su naturaleza viviente, que sorbe y apaga todos los ruidos, todos los alardes humanos.
Ahora llega la peregrinación cuyos devotos ascienden de rodillas por los ciento tres escalones que hay hasta la cueva desde el pozo de los sacrificios. Llega otra que sortea el repecho de los caminos sobre áticos y gradas para entrar salmodiando por el túnel; se suceden las comuniones y las misas solemnes, rosarios y novenas; la procesión nocturna de las antorchas, las pláticas y rezos diarios. Se celebran las bodas populares y las de alto rumbo; hay banquetes y expediciones alpinas, batidas de caza, viajes a los lagos, desfile curiosísimo de gentes.
Pero ningún acento supera la voz jugosa y musical de fuentes y campanas, que es la del paisaje. Sólo por milagro puede un grito romper la magia elocuente de este sitio, traspasar las honduras y los ecos, y subir grávido, maduro, dictador, a todas las eminencias telúricas, para señorearlas con la vida misteriosa del sentimiento.
Hoy no se canta; se escucha y se vela, sin hurtarse al trabajo ni al deber, fuerte en la resolución de no acercarse a la imagen de los santos a no ser que se los necesite. Se reparten las horas como corresponde: entre el bordado, la lectura y el paseo, sin salir casi nada a la huerta y su vergel, incultos en su abandono actual, pero latentes de memorias y atractivos.
Los árboles ásperos y estrechos, la hierba ácida y crecida, todo tiene aquì un aire extraño y remoto, sombra y amargura que tal vez supervive desde el dolor originado en el principio del mundo...



* LLEGADA

Tan intuitiva y alumbrada frente al sentido dramático de las cosas, vé sin atisbos sugeridores rodar a su lado todo cuanto fluye y muere en la eterna armonía del universo. Y ya no le perturban el son profundo del río encañonado, los agrios olores de la vegetación lujuriosa ni la despedida triste de las tardes que perecen abrasadas en la hoguera del crepúsculo. Su anillo de prometida le sirve de talismán contra las asociaciones trágicas entre la naturaleza y sus criaturas; y desde las costas cantábricas desde donde aguarda, interpreta el clamor del paisaje sólo como un blando gemido de sus propias ilusiones. Todo en su apasionada imaginación ha cambiado de aspecto y de matiz. Es como si permaneciese en la orilla de la realidad en una duermevela fastuosa, libre de amenazas y de nubes. En el aviso de la sirena de los trenes -tan propenso a la lamentable sensación de ausencia y lejanía- oye ahora el silbido gozoso de un niño, el anuncio feliz de una llegada. Y no percibe, como antes, síntomas de inquietud en el grito augural de las aves de la noche.



* CRISÁLIDA

Al costado de mi finca pasan el ferrocarrill y las caravanas ruidosas de viajeros, las aguas pesadas y frías de la altura, las veredas montaraces rumbo a los escondites fragosos de los parques. Pero me reduzco en su huerto y en sus esperanzas, sordo a los acordes insinuantes de la vida exterior. Mis amigos contribuyen a envolverla en un manso de reposo y tranquilidad. Estoy casi vencido por el gesto romántico del que rehúye toda suerte de ventajas materiales por el amor desinteresado.



* TRAICIÓN

Conduce el ciego a su amigo, denodadamente, por las crestas luminosas y los escondrijos siniestros de la comarca, hasta alcanzar la lumbre los manantiales y el fondo de las cavernas. Algunos salen al amanecer, cuando el sol se abre como una granada y están más despiertas y odorantes las flores que el ciego busca para su novia; otras veces persiguen el último engaste de la luz en el silencio ahumado de la mies, cuando más bullen las aves infaustas para los supersticiosos: murciélagos y cuervos, que -según pronósticos malignos- se dirigen siempre hacia el ocaso, donde al anochecer brotan siempre las sombras de los muertos.



* PALOMA NAZARENA

Yo la llamo Nave de San Pedro, yo también la miro y la bendigo. Yo también, desde la ruta morena por donde van las mieses, levanto los ojos, alborotado y agradecido. Y también, más arriba del monte, casi en la ribera de la luna, alcanzo a acariciar las Siete Estrellas, la constelación boreal amiga de las rondas galantes. Pobre paloma. ¡Pobre alma, más allá del lugar al que llega el peregrino!



* INSTRUCCIONES PARA QUE EL FUTURO NO LLEGUE

a) Multiplicarse en atenciones y solicitudes, no muy voluntarias.
b) Detener los ojos -cada vez más fatigados- un nanosegundo antes de hablar o responder, y apagar el semblante caduco en un titubeo de expresión indefinible.
c)Atravesar una crisis de retraimiento y descuido; un abandono que te cambie de varón en mujer.
d) Tener una mirada vaga y torpe que nunca concluye, ojerosas las mejillas, pasivo el gesto; quizá un halo de frialdad, un tono de indiferencia que contrasta excesivamente con un reconocido aire gracioso, lleno de presunciones y desenvoltura.



* IMPROPIA

Calculo hasta dónde pueden llegar tus desmanes, joyera, y acaso tu gozo presente no es más que una pausa extrema antes del sacrificio. Continuamente se te distinge deambulando por la capilla, en los escalones de la entrada, recibiendo a los visitantes más insignes: curas, militares, ostentadores de títulos, aristocracia de mercaderes y letrados. Deberás rendir honores a estos viajeros y satisfacer su justa curiosidad enseñandoles los SagradosTesoros de la Cripta: la Reina Madre, tallada en aromático cedro hace dos mil años; el Viejo Museo, establecido en la casa abacial, colmado de reliquias y preciosidades; la Santa Corona del Niño, incomparable labor de artífices durante generaciones; los Mantos, Trofeos, y Vestiduras, testimonios de gloria, poder y antiguedad; los sobrios retratos de los ilustres bienhechores del Sagrado Sitio; los atributos de la Santina, entre otras curiosidades históricas.
Deberás, también, repartir impresos con himnos, medallas, recordatorios; será menester citar nombres, fechas y números; conocer estilos, épocas y tradiciones, fábulas; evitar la rutina de lo clásico.
Deberás ser insistituible por tu elocuencia natural, dulce joyera, y por tu activo entusiasmo, hasta por el tipo aguileño y el porte señoril. Y cumplir a maravilla tu cometido acogedor en esta temporada de huéspedes extraordinarios, atraídos solamente por tu atuendo exultante.



* LEONOR

Ahora todos observan a Leonor con sobresalto, que desfallece de un modo visible y va adquiriendo una semejanza repentina con su madre. Oh, aquellos labios suyos, encarnados, fuertes y expresivos, se doblan pálidos y quietos, como si temieran hallar en las sonrisas y en las palabras un acre sabor. Ya no se viste ni se arregla como antes; se le han ido con su salud los anhelos de agradar. Siente densa la memoria, turbios los pensamientos, inexplicable la angustia de vivir. Y, con la poca reflexión que consigue, ella también supone que debe estar todavía enamorada. En su su imaginación voluble crece la importancia de aquel hombre, que sabe resistirse y huir cuando ella le creía seguro.
Ha tratado Leonor de hacer examen de conciencia, en la duda de si es es sólo amor propio lo que la aflige; porque no se puede negar a sí misma la indignación que le produce el verse postergada, puesta en ridículo, con agravantes muy molestas para su vanidad. Pero se encuentra débil, combatida por un extraño desasosiego físico, y acba por creer que su daño corresponde a una verdadera pasión, cosa que le parece hasta sierto punto interesante. Por una cuita de rivalidad no habría de exponerse a caer como la hoja seca de un árbol, mientras que por un cariño sin ventura bien merece la pena de enfermar y hasta morir...



* FUTURO IMPERFECTO

Me escudaré, pues, en la certeza de un duelo moral que ha de remediarse en cuanto se realicen las antiguas profecías. Me dejaré uncir con mansa blandura al denodado viaje interminable.



* LA DAMA QUE SANGRA SANGRE

- Allá va el caballero a remolque de la dama, sin saber hacia dónde se dirige. ¿Es ella la que guía y ordena, con la desición imperiosa y dura de los fanatismos?
-Pues a todo trance quiere vencer en la lucha empeñada, y se conduce con sigilosa habilidad.
-¿En seguida, en derechura al Castillo Real, en la certeza de ver a su hijo?
-Tanto corren sus cálculos respecto a la situación actual de su hijo prófugo, que se exceden y rebasan la línea justa. Buena conocedora del carácter endeble de su niño, supone que ya no tendrá un céntimo, porque las perniciosas diversiones le habrán consumido el menguado capital. Y no se equivoca.



* GRÁCILES SERPIENTES.

Cae la tarde. Pacientemente, espero al ómnibus. Me entretengo en mirar el Sol que se empieza a escapar. Por fin el vehículo llega. Subo y me acomodo en el último asiento.
Allí, no queriendo ver nada del mundo, cubro mis ojos con mis manos y me hundo en
la negrura. Recuerdos de otros mundos, y una última nada. Un vacío placentero...
Abro otra vez los ojos. Los edificios me resultan conocidos, el camino demasiado familiar.
No lo dudo, el ómnibus ha estado dando vuelta en círculo. Hemos entrado en un Espiral Temporal. Comprendiendo lo inútil de de seguir viajando así, me bajo en cuanto puedo. Despuès de vagar por oscuras calles desiertas, llego al Gran Teatro.
Allí, presencio el Espectáculo del Fin del Mundo. Mujeres desnudas con las piernas abiertas. Totalmente pintadas de rojo, blanco o negro. Ramas verdísimas, con pequeñas frutas multicolores ,se enredan y suben por sus piernas. Se disponen unas sobre otras y yo voy ordenando los movimientos de su orgía, al son de una cadencia misteriosa y sensual. Alterados sus sentidos, ejecutan una extraña danza. Se recuestan sobre el suelo, y remedan un coito entre ellas. Por momentos se deslizan sobre el suelo como gráciles serpientes...
La música sube en intensidad, sí. Y yo me voy con esas imágenes resonando por distintos rincones de mi mente. Camino hacia la plaza. Me quedo dormido inmediatamente. Me desperta el sol de la mañana.
Me desperezo y espero. Por fin lo veo venir: desciende suavemente, más blanco que la porcelana: es un bebé, un tierno bebé...
Viene flotando envuelto en suaves y claros tules. Se recorta nítidamente en el cielo azul. Desciende indolentemente del cielo, como una hoja en el viento. Tarda en bajar, pero al fin llega. No parece de carne y hueso, tanta es su blancura. Cuando llega, lo tomo en mis brazos, con suavidad, y empiezo a desenvolver su ropa. Por fin lo tengo frente a mí.
Abre lentamente los ojos, me mira, y sonríe...


*DOS CARAS

No es tu semblante un dije sin reverso. No es el tuyo un estado de conciencia remiso, oscuro, menesteroso. No es lo tuyo un sueño, desde que llegaste, hasta la actualidad sorprendente de esta noche. No te pesan los amontonados recuerdos y las desordenadas ansiedades, y no atribuyas tu agobio a una fatiga corporal que no existe. No creas que me tienes aquí harto tuyo y conseguido, como un lindo monigote de veleta giratoria a todos los vientos. No te distraigas, como buen geomántica, en la arbitraria lectura de tu propio dibujo.



*LA CUEVA DE LA DIOSA-DRAGÓN

Así van juntos y distantes por la cerril espesura, que participa del carácter del monte y de la mies. Frecuentes cantos dolméticos, obstruyen la ruta y alternan con el terreno cencido, el musgo forestal, las zarzas llenas de rosas y los árboles cuantiosos. La dirección que llevan ondula en potreros y pendientes divididas, por setos floridos, alcores que descubren un campo de maíces unánimes, rasas muelles que brindan su delantal como regalo en la cerrazón áspera de la selva.
Pero la variable y extraña hermosura no le quita a ese lugar cierto maleficio. Tal vez son las piedras en forma de túmulo, vacías como tumbas que aguardan sus cuerpos, las que contribyen a recordar que este es un país tenebroso de mazmorras y oquedades, de trasgos y brujas, donde anda suelta la superstición. Y aunque el verano rojo tiende su escolta de olores en el aire, y zumban las ramas con alegres susurros, hay algo de sepulcral en este bosque sin caminos, a la hora fría de anochecer, cuando se regaza el sol y caen del cielo las primeras tinieblas.
Pero continúan, calmosos y tristes, como si fueran acercándose a la muerte.
Llegan por fin a la Cueva, con su boca montaraz, llena de negruras y resonancias. La muchacha se levanta el vestido hasta la cintura, descubriendo sus piernas y la desnudez de sus blancas caderas, y con un arrebato vertiginoso, blanca de terror, salta dentro del agujero sin fondo. Un segundo le basta al joven para resolverse a entrar en la gruta; tira al suelo su chaqueta y se hunde en el antro rápidamente.
La Diosa-Dragón -que ha visto el sacrificio que se ha hecho en honor suyo- se queda allí vencedora y altiva; se lleva las manos al pecho, emulando por pura casualidad al pelícano, que se desangra para alimentar a sus hijos. Y un dramatismo natural le impulsa siquiera a abrir los brazos ante la foresta salvaje, como el dragón que defiende la entrada de una fortaleza. Un momento permanece así en heráldica actitud. De pronto echa a correr desaforadamente, huye en un delirio ruin, agítadísima, creyendo erróneamente que acaba de hacer la felicidad de sus protegidos. No sabe cómo, quizá por asociación de ideas y sugestiones, vino a pensar que lo conveniente sería la argucia del sacrificio. Adelante vá sin perder la línea de sus intenciones. Pero se alarma enseguida; le parece que oye una voz demandadora, tal vez un grito de afrenta o acusación. Quiere -en vano- pensar que que se confunde con el murmullo de las aguas desnudas o el soplo de viento que puntea en los árboles; su incertidumbre la incita nuevamente a correr. Y apura su esfuerzo al convencerse de que la llaman en realidad. Es la voz de su protegido, que pide guía en aquel laberinto de la selva; es un reclamo de auxilio y dirección, que la Diosa rehúye con energías feroces. Ahora, convertida al fin en Dragón, saca de sí unas fuerzas invérosímiles, como corrresponde a un animal fabuloso. Se detiene, resopla, y une hilos de probabilidades, ata cabos de acechanzas, pone un remiendo de optimismo, y confía en que las circunstancias la ayuden. Hay una providencia menor para los intrigantes y pérfidos; existen unos dioses menudos, solícitos con la perversidad: los vampiros, la culebra, el escorpión, el búho. Pero no descenderá a esta pequeñez mítica. Sus pupilas nunca veladas son una hoguera infrecuente en este valle senil.



* LA TREGUA

Él podría contar desde entonces un siglo o un minuto en sus recuerdos febriles y sus emociones tumultuosas. Está inquieto, abrumado por una fatiga prematura cuando aún no ha salido a vencer las primeras primeras dificultades de su nueva situación. Había olvidado la debilidad de su alma, que de repente se manifiesta brumosa y encogida a la vez.
Tiene miedo a la la sonrisa crispada de su madre, a la irónica amabilidad de su hermana, a cuanto hay disgregado y confuso en su propia inteligencia. Se asoma estremecido y pálido a esa misma ventana donde su prima le acogió al venir, y le parece que ya las cumbres no magnifican el paisaje, que viven las nontañas una realidad peligrosa y deforme, que están el ambiente y la luz llenos de presagios malignos, como si su amada se hubiera llevado toda la inoncencia al Cielo.
Ni ahora ni después distingue al solitario caballero que lo llama con repentina animación, ilusionado por la esperanza de algo que lo acerque al sosiego. Quizá un mensaje hablado o escrito en el momento de partir. Residuo vergonzoso de una vida estéril que era menester olvidar. Le parecía demasiado barata su cautividad. Cuando quiso dirigir su reflexión por una senda redentora, volvió a sentir el peso de la oscura confabulación que también rinde a los buenos aliados.



* COSTUMBRES ANTIQUÍSIMAS

Se habla de los siete puente diábolicos en la carretera, de las paredes de baldosas formidables y la trepanación de los montes en el célebre camino.
-Esos lugares son muy pavorosos. Es preferible tomar los senderos de las praderías -digo con una languidez negra en mis ojos.
-No, no, me responde con semblante obcecado y torpe, mientras todo fallece en su mirada; no te puedo seguir.
-¿Cuál es la cueva más profunda del mundo?
-La cueva ejemplar. Se halla más allá del fin del mundo, se llama Cueva de la Maga, y mide varios kilómetros. Está en aquel país selvático donde se habla el croata y se conservan costumbres antiquísimas. ¡Aguza la lente de los ojos -continúa- que no todas las honduras son odiadas, pues alegres andan por allí sus sicarios! Y el humano aún puede trocar su alma por un inhumano amor. Y el que haya aceptado este trato puede despachar a su raza por insospechados portales hacia otro tiempo y lugar.



* DESPEDIDA

Me despido de mí mismo con muda expectación desde la ventana de mi trabajo, heredando el puesto que dejé con harta pesadumbre. En la simplicidad de mi existencia -suave como el crepúsculo- el insospechado viaje a través de mí se traduciría como un acontecimiento perturbador; y me veo salir con dolorosa ternura, imaginando que en realidad huyo, inexperto, desvalido.
“Tu corazón loco va a acabar contigo”, me digo mientras mi efigie se aleja, enjugándome las lágrimas.



* EL ADIÓS DEL PADRE

Es un hombre canoso, alto, ojos grises, facciones quietas, el carácter pacífico y oscuro. Vive para su trabajo -hace bien- en un melancólico recogimiento, y únicamente la niña de la casa, a quien adora, ha conseguido revestirle siquiera un un minuto, de repentina autoridad.
Ya pasó, lo mismo que una ráfaga, el intento cuya impulsión le aturde sobre el pretil, mirando como se aleja su niña.
Para su padre todos los caminos son nuevos, sin huellas, como si brotaran delante de su hija; acuden a ella todos los perfumes, la siguen todos los rumores, se lleva el sol puesto en la frente, en la risa el claro bullicio de las cascadas, en la voz el secreto de los aires.
Su padre pensó en verla y resguardarla; pensó en ofrecerle una ronda pública de cantares. Pero ya no hace falta.
"Me cuesta un esfuerzo decisivo quedarme aquí; pues hay que hacer las cosas difíciles", se dice a sí mismo con duro tesón.



* DOBLE

Una presión recóndita, un pulso nuevo que duplica la fuerza. Un sòlo banquete nos da el valor y la entereza: el sacrificio que redime las culpas del mundo.



* COMO LA PRIMERA VEZ

El horizonte se perfila intenso y azul en en una exaltación de colores de cumbres con novedades de natalicio, a la claridad infantil de la mañana. Y el hombre mediterráneo descubre las cosas con gozoso deleite, como si estuvieran recién construidas y lavadas por las manos de Dios.



* SUEÑO CON MUERTAS

Junto al peldaño que desemboca en la explanada del Templo Eterno, hay un recodo con árboles: acacias, sauces, eucaliptos, magnolias llenas de flores que semejan copas de alabastro.
Aquí, en esta sombra, es donde detengo a las Muertas Blancas que avanzan, gustando la frescura del Jardín del Príncipe.
-Señoritas, a sus pies.



* NENA SIMBIÒTICA

Pero yo no me canso de retener aquella voz afable y calurosa que habla con sordina, como si temiese despertar a alguien. Hay en la niña melancólica un atractivo naciente igual que el de la mañana. Todo es inédito y ponderado y su brío juvenil trasciende, más que nunca, a certidumbres y determinaciones. La veo etérea, como trasmutada por el licor de la Celeste Viña. “Si te han abrazado con gozo, abraza a quien se te acerque: el que ha recibido debe restituir”, le canto, comunicándole mi fuego.



* ANILLO SIMBÒLICO

-Mire usted-repuso.
Levantó la mano derecha con el anillo simbólico, a la altura del corazón, y la retuvo allí dominadora, como si alzase todo el peso de la eternidad.
-Ya sé que está usted prometida...pero no olvide que este mundo es país de hambre y de sed y que “sólo permanecen seguras las tiendas de los ladrones”.
-No comprendo- confesó la muchacha, tan ausente de sus días infelices, crédula, bajo la zarpa temerosa de lo ignorado.
-Ni necesita comprenderme- dije, recatando mi parecer adverso- usted es de los seres raros y valerosos que renuncian a los amores por el Amor...
Y ella me tendió la mano alegremente, con vivo ademán de afecto. O pensándolo bien, como arrojando su felicidad sobre un abismo.

viernes, 18 de julio de 2008

TRISTAN TZARA

EL DOMADOR DE LEONES RECUERDA


mírame y sé color
más tarde
tu reír como sol por liebres por camaleones
aprieta mi cuerpo entre dos líneas anchas que el hambre sea claridad
duerme duerme ¿ves? somos pesados antílopes
azul sobre glaciar oreja en las piedras bellas fronteras oye la piedra
viejo pescador frío grande con letra nueva aprender
las muchachas de hilo de hierro y azúcar giran
largamente los frascos son grandes como las sombrillas blancas oye rueda rueda roja
en las colonias
recuerdo olor de limpia farmacia vieja sirvienta
caballo verde y cereales
cuervo grita
flauta
equipaje corrales oscuros
muerde sierra ¿quieres?
horizontal ver.

Traducción: Eduardo Chinasky.

IAN CURTIS: LOVE WILL TEAR US APART


(EL AMOR NOS VOLVERÁ A DESGARRAR)

Cuando nos muerda la rutina
y bajen nuestras ambiciones
y el resentimiento pique alto
y las emociones ya no crezcan
y vayamos cambiando nuestros modos
tomando caminos diferentes
entonces, el amor nos volverá a desgarrar
el amor nos volverá a desgarrar.

¿Porqué el dormitorio está tan frío?
Me diste la espalda
¿Voy a destiempo?
nuestro respeto se seca
aun cuando existe este deseo
que mantivimos por tanto tiempo
el amor, el amor nos volverá a desgarrar
el amor nos volverá a desgarrar.

Lloras en tus sueños
mis fallas quedan expuestas
y tengo un sabor en mi boca,
mientras la desesperación se apodera de mí
es sólo que algo tan bueno
ya no funciona más
pero el amor, el amor nos volverá a desgarrar
el amor nos volverá a desgarrar

Ian Curtis , 1979.
Traducción: Eduardo Chinasky

POESÍA: CASABLANCA



POR ISABEL PERMUY




Ingrid-Ilsa le pide a Rick
que él decida
que ella no puede.

Y él elige el mal menor
por el bien de tres.

Entonces
inmóviles
sus sombreros se tocan en la niebla
de un aeropuerto más triste que un viejo ciego
mientras desesperan el avión
que la alejará para siempre.


A uno lo confunde Rick.

Uno se pregunta
si lo que elige es mal menor
y si está bien elegido
cuando, gabardina nueva,
empuja un avión con toda la fuerza de su costado oscuro
y deja el mayor bien
ése que todo lo soporta
Todo lo cree, todo lo comprende.
Instrumento de paz
Donde hay tristeza pone alegría
Donde error, verdad
Donde duda, fe.

El mayor bien
que Rick al negar engrandece.
Ilsa resiste. Que-no-un-avión-sea-otro-tren.
Pero obedece.
La ley del mayor bien, dice Rick, se cumple si lo pierde.

MICRORRELATOS 2


EXTRACTADOS DE "BONITOS OJOS CIEGOS, MICRORRELATOS", DE EDUARDO CHINASKY.


*PLAYAS JÓNICAS

Sobre las playas jónicas, en el mediodìa famélico, cuando se acorta la sombra de los olivos y el Bien y el Mal se dan la mano, lo simétrico huye.



*DEIDAD

Émula de la llama, eres la púrpura hermosa de la deidad de la que brotan las espumas,
con un estremecimiento de sombra.



*ESCLAVO DE LOS MINUTOS

En el bochorno de los minutos, el concilio de soles se funden en un prisma rojo.



*MAR ERMITAÑO

He negado tres veces la tierra. Dos veces, al verano de los huracanes.Una, al paìs de las águilas, del oso, de la gamuza. Mil, al mar ermitaño. Nunca, a la ingravidez musical del aire.



*LA QUIMERA

El círculo que eres se desvanece en la luminosa beatitud de la quimera de tus deseos, a la sombra del murmullo de tu mente.



*ALTAR

En el altar del mundo, el salmo devoto de los eremitas. En la nave ligera del espíritu, un sumiso temblor de palabras.



*ESPINAS

Procurando en vano la caza del amor, ya llorando, eres aún un ìdolo de piedra en el bosque. Tienes derecho sagrado a la victoria. ¿Duelen todavía las espinas en tu cuerpo desgarrado?



*MEDUSA ELECTRÓNICA

La Medusa Electrónica dice: "Bajo la mella creciente de la luna, la cazadora de corceles (carne supersticiosa, resumen de las teogonías del norte), brota como una aparición. Justo cuando llega la noche, justo en el momento en que toda la vida química pide luz".



*CASI MÍO

Ya eres casi mío, me digo -con algo de audacia, lo admito- a mí mismo .



*YO MISMO

Mejor será que me cuentes lo que no sé de estos cuatros años terribles-propone mi imagen.



*AGUAS PROFUNDAS DEL RECUERDO

-¡Perdóname!- le interrumpe él, asustado de que ella haga una una excursiòn dolorosa por las aguas del recuerdo. Y la envuelve en una red de sutiles frases: yo trabajaré para tí hasta hacerte olvidar todo mi delito; iremos juntos por la vida, ala con ala, como un ave sola.
-Yo te perdono -dijo ella- si pruebas que me quieres un poco...
-¿Un poco?
-¡Me debes tanto!
-Te lo pagaré con usura.
-¿Ah, sí?- dice ella, y en su sonrisa se adivinan pensamientos de tortura a largo plazo. Una gota de veneno al dìa destruye lentamente. Sólo hace falta un poco de rencor añejado y la paciencia de la crueldad.



*ROSAL TREPADOR

Llegaba acicalado y jovial, descubriendo los dientes postizos con una sonrisa insinuante. Había sido rubio y conservaba aún algún cabello pálido, muy bien distribuido en la calvicie prematura. La destrucción aparente de su físico, contrastaba con su carácter risueño, su agilidad, y su firme salud, bien aliñados de presunción y de lujo. Y aunque no se le habìa conocido próposito formal de casamiento, era, en las propicias ocasiones, un empedernido galanteador de muchachas.
En ese menester está, custodiando sus palabras con el esmero de quien camina delicadamente para no pisar alguna planta; y la chica las recibe agradecida, cuando se les acerca una sombra desconocida recogiendo en seguida un indicio; y, paciente, esperando el momento justo, la sombra los abandona juntos, recortados en la violenta claridad de la ventana, casi traslúcidos los pensamientos como las hojas del rosal trepador que se afinaban en el aire...



* MONTAÑÉS

¡Protesto! -le grito a la sombra-, yo soy un predicador del mejor optimismo, el único y racional que nos conduce a la ventura eterna, más allá de los sìmbolos y los calvarios, donde todo es paz y reconocimiento en nuestra grande hora meridiana, cuando el hombre pierde su sombra.



* CRIATURAS

Sí, me causan una lástima desgarradora las criaturas; desde el niño engendrado que no llega a ver la luz, y el recién nacido que es un llanto nuevo, hasta el viejo que muere sin conocer la sabiduría, ni oír siquiera el susurro de Dios. Siento también pena por el alma de todas lss cosas que viven en el polvo y la las piedras, y de los animales pacíficos, siervos inocentes de la Divinidad.



*ARENAS DEL MAR

Todas las esperanzas terrenas no pueden ir más lejos que la espantosa realidad, que es la muerte. Y para dar un buen fruto, han de convertirse en altruísmo, desinterés, benevolencias y ternuras plenas de sacrificios. Esta actitud nunca nos hará felices, porque el dolor, hijo de los siglos, es más pesado que las arenas del mar.



*EN SU REINO

No sabe de persecuciones. Está en su reino. Siente el hálito dominador de las criaturas invencibles, porque gobierna dentro de una paz acumulada por los siglos


*EL COLGADO

“¡Díganme qué se celebrará mañana!”, dijo el colgado en el último minuto.Y sonrió.



*NUDOS MARINEROS

Te conquisté, y te hice mil nudos marineros. Tomè tus brazos y los hice un nudo tipo As de Guía Flamenco; luego tomé tu lengua e hice un nudo Margarita; con tu sexo hice un Envergue; con tu mente deforme, uno de Cadeneta y Calzonete; con tus nervios òpticos un nudo tipo Piña de Capòn; con tus sufrimientos, un Ballenstrinque Doble; con tus senos uno de Ventolina. Con nuestro tiempo juntos, uno de Vuelta Redonda y Espeque (difìcil). Y luego me desparecì, claro.



* DIBUJOS SUBTERRÁNEOS

Las ballenas vuelan torpemente. Y el Niño Indio reposa en lo más profundo del mar azul; junto a los calamares gigantes que lo condenan para siempre a ser libre y feliz.



* CRUCIFIXION DE SU DOMINIO

Y se domina desde allí una región igual que desde una plaza inexpungable a salvo de todo enemigo.. Ninguna sombra puede ensombrecer la Catedral, desnuda y torrada encima de los gigantescos murallones, recogiendo toda la luz en el dorado tibio de la sillería como si fuera un rostro de carne.
De pronto, dos hombres notan como como sube desde lo sumergido toda la inquietud de la oscuridad. Es un callado tanteo de ramas en la penumbra, apenas un surco de reptiles por los estribos y contrafuertes, el crujir silencioso de las leñas perdidas y remotas; un hálito de relente y soledad; una constante sensación de enigmas que brota de de los rincones, y trepa hasta la raigambre heroica de las hayas, hasta las cimas del santuario. “Es la noche “, murmura uno de ellos, absorto, sintiendo que la presente incertidumbre se origina en realidad en sí mismo. Y sobre él reptan el frío y la humedad, las tinieblas, la magia de ese viento redondo que al anochecer rompe la hermética clausura de los cálices y derrama sus amargos perfumes bajo el azogue de los luceros...
“¿Pensaste que que hoy vendría sólo para hacete sufrir?”, dice el otro hombre- apenas una silueta en el crepúsculo- “Es que eres distinto. Tienes el deber, como toda criatura superior, de expresar tu misterio, de abrir tu alma pródigamente”



*ETERNIDAD DE LA DESOLACIÓN

-¿Eterna?- preguntó desoladamente.
-Lo eterno es actual; ya lo hemos comenzado a vivir.



* EL SACERDOTE

El sacerdote percibe el manso delirio de la naturaleza, tan insidioso a esta hora que desata las trenzas del follaje y oscurece, indeciso, el país eterno de las nubes. Pero su espìritu sediento y hondo contempla y escucha en sentido reverente, y asiste al rumor difuso de oraciones empapado de un aroma en las tierras pìas, los arcos y ojivas góticas, donde resuenan los ecos de cantos piadosos. Va a comenzar la Santa Vigilia, se entonará el Rosario y el Himno al Santo, la procesión con luces que maduran como frutos de la sombra en los primeros instantes del anochecer. Los cuervos que anidan desde tiempo inmemorial sobre la Gruta de la Virgen vuelven a su resguardo, puntuales, y se posan en la cruz absidial de la Basílica, para unirse, antes de recogerse en un solo vuelo. Son, seguramente, la la primera ráfaga de la noche y someten su agitación al hogar de las gárgolas con beata mansedumbre, lo mismo que las histíoricas abejas del santuario. Al dar ellos el toque de refugio, con admirable exactitud, se alborotan en la montaña cercana las aves menores -la música sombría de las alas en aire. Cigueñas, chorlitos, todos en un tropel medroso y ligero que huye desde los senderos finos mientras expira el sol de frente a la Basílica como una gran rosa desmembrada.
“Siento el rastro de cuanto vive - se dice el sacerdote- pero no me aconcoja”.



* SONIDO DE MALDAD

-Siento el ruido de cada gota de las fuentes que mueren en la mar.
-También yo -dice él, siempre encendido un fuego malo en las pupilas insaciables.



* PODER

-Le odio atrozmente, me dice el joven con impulso desatinado.
-Pues no hay que ir más rápido que los vientos, hijo mío.
-Y hasta del huracán, si tuviera yo así más poder contra la desgracia.
-¡Modérate, criatura! ¿Cuando el Señor produce flores para saciar el hambre de los brutos, no he de tener un remedio para tì?



* ESPERANDO LAS ESTRELLAS

Parecen, a esta hora, las piedras más blancas, los árboles más oscuros, los aguijones del país más asequibles. Abajo, en los hoyos del sable, en la tersura verde del bosque, se escondde el río mudo y quieto, esperando las estrellas.
La noche. Reptan ahora sobre mí el frío y la humedad, las tinieblas y los murmullos, la magia antigua de ese viento redondo que al anochecer rompe la clausura de muchos cálices y derrama sus amargos perfumes bajo el azogue de los luceros....



* HERMANAS

-La Noche y la Muerte son muy parecidas.
-Hermanas del sueño.
-Dormir y no soñar sería una ventaja.
-Sería no vivir.
-Tiene usted razón.
-Hay que morir, entonces- digo con exquisito pavor.



* DE GOCE O DE CASTIGO

Desmereciendo el bien humano -que es relativo- y estimando el divino, que -claro está- es absoluto. Se dice así de fácil; lo difícil es discernir estos bienes bajo el peso de la Humanidad, cuando el dolor es más grande que las almas y el instinto nos obliga a querer lo transitorio, por lo mismo que huye y no vuelve; mientras que para lo imperecedero nos queda toda la eternidad.
-El que ha hecho daño y no lo sufre...el que ha hecho daño y no lo sufre...el que ha hecho daño y no lo sufre... repiten a coro una y otra vez los ángeles.



*HACIA ARRIBA POR EL RÍO DE LA MEMORIA

Surge elevándose como un plus ultra por el sendero nítido y libre de los aires; como el canal que lleva el agua bendita de la continuidad desde el río histórico, para las aspersiones modernas de la raza. La memoria interrumpe el hereditario valer de un país sediento de expansión como ninguno, rico siempre en médulas de fraternidad, misterioso y distinto para que el sabio no se canse nunca de aprender.
Alta señal en los caminos universales
Pueblos del amanecer
Esplendor de la primera luz
¿Cuál es la tierra que ama al prójimo como a sí misma?



* CANTO DE LA FOSFORESCENCIA

Adónde los locos miraban con ojos idiotas. Adónde las olas se mecían con los muertos de todas las edades Adónde las estrellas se convertían se convertían en un estanque, y yó nadé en él. Adónde el azul se convierte en un licor más salvaje que la música. Ví todas las cosas que los hombres creyeron ver, pero las veía de veras. Oí el canto de la fosforescencia, ví las mareas del tiempo que parecían toros enloquecidos saliendo en estampida del océano, batiendo los arrecifes con los cascos. Ví especies botánicas imposibles, donde las flores tenían piel humana y ojos como grandes gatos. Fueron años y siglos, y fué un parpadeo. Soñé noches verdes. Conocí paisajes donde el horizonte se convertía en un gran cascada. La nave que fuí yo iba tripulada de niños, ùltimos sobrevivientes de El Dorado. Caballos de mar espaciales brincaban frente a mí. Los meses de verano martillaban el sol. Cielos delirantes se abrían a los errabundos. Y el Cosmos me pareció un lago donde un niño triste, apoyado en las manos y en las rodillas, hacía navegar un barco de juguete tan frágil como una mariposa en primavera. Oh, orgullo de banderas no recordadas, la arrogancia de los últimos prisioneros.



* EL VIAJERO

Hay luz en la casa. Un cirio pálido en esta noche sembrada de luna. Si el viajero se atreviese a ir junto a su prometida, siquiera unos minutos, acaso recobrara los pensamientos claros y audaces que le comunica ella como un perfume de su robustez espiritual. Pero él contempla un instante la ventana con pesar y sigue corriendo. Es más fácil huir que desobedecer a las conveniencias sociales en inoportuna visita y exponerse a que su novia le pregunte por el anillo, o le averigue en los ojos las preocupaciones y el desaliento. Lo más urgente es salir de estos broncos lugares que le echan encima sus gritos y sus penumbras. Se sufre como un tormento el viejo yugo de los montes, y él quisiera llegar a un sitio ilimitado, silencioso, riente. Lo que lo seduce es evitarse impresiones nuevas, esfuerzos de atención, dudas y pesquisas incómodas. Se necesita -primeramente- descansar en lo frecuente y conocido, sin alteraciones, para calmar el sistema nervioso. Después...
¿Qué hacer después? Se estremece pensando en su miserable dinero y en la ignorancia de medios para conseguirlo. ¿Por dónde empezar a trabajar, en qué y cómo?
Esta no es la hora de una buena solución: acaso mañana. Hoy, lo que siente es el disgusto del desaliño, el deseo del baño y la ropa limpia, la necesidad del reposo y el sueño. Con semejantes apuros físicos no hay quien se atreva a cimentar un porvenir. Ya vendrán el descanso, la sedante paz, la la calma bienhechora que reanima y estimula.
Es momento de estirarse en los almohadones, tratando de dormir -sin lograrlo- cerrados los ojos al torbellino de los árboles, al desfile de las montañas, al temblor de las estrellas veladoras. Todo resurge y pulsa, suspendiendo la vida en esta ocasión viril, para después continuar gozándola, sin haberla ganado.
Y como el viajero ha sabido regular los pasos enflaquecidos por senderos apacibles, cuando sale del embudo tétrico de los montes, se mete en la agitada carretera de la costa, donde retumba la marejada en el osado viento del mar, y el bárbaro acantilado despide los ecos amenazadores del oleaje. Así el incauto vividor se hurta, desidioso, a los acentos sublimes de las cumbres para caer en los rugidos insomnes de la bahía.
Esta noche hay tormenta.


*SIEMPRE

Siempre anda vagando sin sentido por los salones. Escuchando las mismas dos notas. Inclinando la cabeza. Caminado bajo las arañas del palacio. Siempre con la mirada perdida. La dos notas le martillan el cerebro. Son un sinfín. Siempre quiere -aunque no lo dice- ganar la vida humana de mi corazón. Y me pregunta si se puede distraer aunque sea un momento, buscando con duro ahínco la felicidad de sus hermanos, mientras no parece necesitar más que un vaso de agua y una escudilla de flores.
Aquí no hay más que útiles modestos de limpieza, una cama pulcra y humilde, libros, planos, algunas fotografías artísticas, papeles; sobre la mesa, entre los materiales de una pródiga labor, el aútentico vaso con agua fría de la roca con lirios silvestres: el cárdeno, el amarillo de Germania, el azul de España; todos ellos florecidos como un alarde copioso de hermosura. Huele las fragancias. Aquí se recluye, lo más cerca de las nubes y de las cimas, sin negarse nunca a quien reclama sus dádivas. Es éste su cuarto atestado de documentos innumerables; datos sobre antiquísimas raíces, que atestiguan desde las turbas prehistóricas una escala ascendente de virtudes.
Siempre se resguarda con valentía de aquel ambiente, que infunde un mortal desaliento, lleva en sí demasiado encendida la llama de los sentidos, vive de sueño en sueño.
Y concluye:
-Esta desesperación inhumana la he sentido yo bajar en torrentes y venadavales, desde todas las cimas del mundo y detenerse a apenas diez mil milímetros de mi corazón.

POESÍA VERTICAL: ROBERTO JUARROZ

DUODÉCIMA POESÍA VERTICAL

Roberto Juarroz

Ediciones Carlos Lohlé

Buenos Aires, Argentina1991 .

1
Sacar la palabra del lugar de la palabra
y ponerla en el sitio de aquello que no habla: los tiempos agotados,
las esperas sin nombre,las armonías que nunca se consuman
las vigencias desdeñadas,las corrientes en suspenso.
Lograr que la palabra adopte
el licor olvidado
de lo que no es palabra,sino expectante mutismo
al borde del silencio,en el contorno de la rosa,
en el atrás sin sueño de los pájaros,en la sombra
casi hueca del hombre. Y así sumado el mundo,abrir el espacio novísimo
donde la palabra no sea simplemente
un signo para hablar
sino también para callar,canal puro del ser, forma para
decir o no decir, con el sentido a cuestas
como un dios a la espalda.
Quizá el revés de un dios, quizá su negativo.
O tal vez su modelo.


2
Interrumpir todos los discursos,todos los esqueletos verbales,
e infiltrar en el corte
la llama que no cesa. Empezar el discurso del incendio, un incendio que inflame
estas rastreras chispas malolientes
que saltan porque sí,al compás de los vientos.Y entretanto sellar la incontinencia
del verbo del poder y sus secuelas.
La palabra del hombre no es un orden:la palabra del hombre es el abismo.
El abismo, que arde como un bosque:un bosque que al arder se regenera.


7
El poema convoca al humo
para encender la lámpara. Los fuegos apagados
son el mejor combustible
para los nuevos fuegos.
La llama sólo se enciende
con su pasado.

jueves, 17 de julio de 2008

POEMAS DE ALEJANDRA PIZARNIK

A LA ESPERA DE LA OSCURIDAD

Ese instante que no se olvida
Tan vacío devuelto por las sombras
Tan vacío rechazado por los relojes
Ese pobre instante adoptado por mi ternura
Desnudo desnudo de sangre de alas
Sin ojos para recordar angustias de antaño
Sin labios para recoger el zumo de las violencias
perdidas en el canto de los helados campanarios.
Ampáralo niña ciega de alma
Ponle tus cabellos escarchados por el fuego
Abrázalo pequeña estatua de terror.
Señálale el mundo convulsionado a tus pies
A tus pies donde mueren las golondrinas
Tiritantes de pavor frente al futuro
Dile que los suspiros del mar
Humedecen las únicas palabras
Por las que vale vivir.
Pero ese instante sudoroso de nada
Acurrucado en la cueva del destinoSin manos para decir nunca
Sin manos para regalar mariposas
A los niños muertos


LA ENAMORADA

esta lúgubre manía de vivir
esta recóndita humorada de vivir
te arrastra alejandra no lo niegues
hoy te miraste en el espejo
y te fue triste estabas sola
la luz rugía el aire cantaba pero tu amado no volvió
enviarás mensajes sonreirás tremolarás tus manos
así volverá tu amado tan amado
oyes la demente sirena que lo robó el barco
con barbas de espuma donde murieron las risas
recuerdas el último abrazo
oh nada de angustias ríe en el pañuelo llora a carcajadas
pero cierra las puertas de tu rostro
para que no digan luego que aquella mujer
enamorada fuiste tú
te remuerden los días te culpan las noches te duele la vida
tanto tanto desesperada ¿adónde vas? desesperada ¡nada más!

(Alejandra Pizarnik, de La última inocencia, 1956)


SALVACIÓN

Se fuga la isla
Y la muchacha vuelve a escalar el viento y a descubrir la muerte del pájaro profeta
Ahora es el fuego sometido
Ahora es la carne la hoja la piedra perdidos en la fuente del tormento como el navegante en el horror de la civilización que purifica la caída de la noche
Ahora la muchacha halla la máscara del infinito y rompe el muro de la poesía.

PAUL CELAN


PAUL CELAN, LA POESÍA DE LA MUERTE


POR LILIANA PIÑEIRO

Herido por el horror y apenas cicatrizado, el siglo veinte nos ha dado el poeta de su tragedia..¿Era imposible la poesía después de Auschwitz? Paul Celan desmiente a Theodor Adorno en el idioma de los asesinos. En un único movimiento, el poeta soporta un “cuerpo a cuerpo” con la lengua alemana y la redime, posibilitando “que la escritura poética advenga, es decir, sea un acontecimiento que la marque” (Derrida). Nombra y hace silencio, en medio de la “hierba, escrita separadamente”.

En “Fuga de muerte” , voces en contrapunto dan cuenta de la crueldad del verdugo y la degradación de sus semejantes. Entre el poder del Uno y el plural de sus víctimas estalla la muerte. El cabello de sus mujeres es metáfora de tragedia. Con música de violines la masacre es refinada: la mayor espiritualidad acompaña la mayor atrocidad.

Negra leche del amanecer te bebemos por la noche
te bebemos al mediodía y de mañana te bebemos por la tarde
te bebemos y bebemos
un hombre vive en la casa tu dorada cabellera Margarita
tu cabellera cenicienta Sulamita él juega con serpientes

Grita tocad más gravemente los violines luego
ascenderéis como humo en el aire
luego tendréis una fosa en las nubes allí no hay estrechez

A partir de este poema, el poeta se da a sí mismo un nombre. Firma como testigo de una generación espantada, que guarda en su retina los cadáveres apilados frente a los hornos, el humo de un fuego innombrable.

Celan conocía ocho idiomas y tradujo a grandes poetas, entre ellos a Ossip Mandelstam, cuyo poema “El Siglo” recorre dolorosamente la medida de su época. ¿Es en el entrecruzamiento de lenguas donde pudo apreciar el peso de cada palabra, rescatar su condición paradojal? “El tránsito a través de contradicciones, y ya no más a través de imágenes por entero encadenadas, es una manera de movilidad particular de su poesía” (Beda Allemann)

Habla –
No separes el No del Sí
Dale a tu palabra también el sentido:
dale las sombras.

A medida que avanza la obscuridad, se oye la respiración. Enigma que aparece y desaparece, agonía de palabras y resurrección. Cada poema es una muerte de la cifra con la que pretendemos aprehenderlo y una invitación a reinterpretarlo. “Crear una obra es dar un nuevo cuerpo a la lengua” (Derrida)

Estar, a la sombra
de la cicatriz en el aire

Por-nada-y-por-nadie-estar
Irreconocido
por ti
solo
Con todo lo que dentro tiene espacio
también sin
habla.

Desde su enmudecimiento, el poeta nos convoca a “habitar en el habla”.
“Dice lo sagrado en la época de la noche del mundo” (Heidegger).
Celan construye su poesía con los restos, las cenizas de los hornos crematorios y les da otra vida en la escritura. Así, puede decirse que los muertos de Auschwitz laten en cada palabra. Nos respiran en la cara.

LAS ALAS DEL DESEO

Éste es el poema que se escucha en la película "Las Alas del Deseo":

Cuando el niño era niño
caminaba balanceando los brazos,
quería que el arroyo fuera un río,
que el río fuera un torrente
y que éste charco fuera el mar.
Cuando el niño era niño
no sabía que era niño
para él todo estaba vivo
y todas las almas eran una,
Cuando el niño era niño
no tenía opinion sobre nada,
no tenía ninguna costumbre,
se sentaba en cuclillas, tenía un remolino en el cabello.
y no ponía caras cuando lo fotografiaban.
Cuando el niño era niño era el tiempo de preguntas como:
¿Porqué yo soy yo y no tú?
¿Porqué estoy aquí y porqué no allí?
Cuando empezó el tiempo y donde termina el espacio?
¿Acaso la vida bajo el sol no es solo un sueño?
Lo que veo y oigo y huelo,
¿No es solo la apariencia de un mundo ante el mundo?
¿Existe de verdad el mal y hombres verdaderamente malos?
¿Cómo puede ser que yo, el que soy,
no existiera antes de devenir?
Y que un día yo, el que soy, no seré más ese que soy?
Cuando el niño era níño
lanzó un palo contra el arbol, como una lanza
y hoy vibra allí todavía.

Traducción: Eduardo Chinasky

CUENTO INÉDITO DE RAYMOND CARVER

Llama si me necesitas

Tess Gallagher, la viuda de Raymond Carver, jura que es lo último que quedaba: un puñado de cinco cuentos inéditos, escritos entre fines de los ‘70 y principios de los ‘80 por el autor de Catedral, que quedaron traspapelados en el ático de la última casa que habitaron. Y que son el plato fuerte de Call If You Need Me, el excelente volumen de miscelánea recién aparecido en Inglaterra, que completa la edición de las obras de Carver.




Los dos habíamos estado involucrados con otras personas esa primavera, pero cuando llegó junio y terminaron las clases decidimos poner en alquiler nuestra casa en Palo Alto y trasladarnos a la costa más al norte de California. Nuestro hijo, Richard, pasaría el verano en casa de la madre de Nancy, en Pasco, Washington, donde podría trabajar y ahorrar algo de dinero para la universidad. Ella estaba al tanto de la situación en casa y ya estaba buscándole un empleo por la temporada. Había hablado con un granjero que aceptó tomar a Richard para que juntara heno y arreglara alambrados. Un trabajo duro, pero Richard estaba conforme. Lo llevé a la terminal el día después de su graduación y me senté con él hasta que anunciaron su ómnibus. Su madre ya lo había despedido llorando y le había dado una larga carta que él debía entregar a la abuela en cuanto llegara. Prefirió quedarse terminando las valijas y esperando a la pareja que alquilaría nuestra casa. Yo compré el pasaje de Richard, se lo di y me senté a su lado en uno de los bancos de la terminal. En el viaje hasta allá habíamos hablado un poco de la situación.–¿Van a divorciarse? –había preguntado él.–No, si podemos evitarlo –le contesté. Era un sábado por la mañana y había poco tránsito–. Ninguno de los dos quiere llegar a eso. Por eso nos vamos; por eso no queremos ver a nadie durante el verano. Y por eso te enviamos con la abuela. Para no mencionar el hecho de que volverás con los bolsillos llenos de dinero. No queremos divorciarnos. Queremos estar solos y tratar de solucionar las cosas.–¿Aún amas a mamá? Ella dice que te sigue queriendo.–Por supuesto que la amo. Deberías saberlo a esta altura. Sólo que hemos tenido nuestra cuota de problemas, y necesitamos un poco de tiempo juntos, a solas. No te preocupes. Disfruta el verano y trabaja y ahorra un poco de dinero. Considéralo unas vacaciones de nosotros. Y trata de pescar. Hay muy buena pesca por allá.–Y esquí acuático. Quiero aprender.–Nunca hice esquí acuático. Haz un poco de eso también. Hazlo por mí.Cuando anunciaron su ómnibus lo abracé y volví a decirle:–No te preocupes. ¿Dónde está tu pasaje?Él se palmeó el bolsillo de su campera. Lo acompañé hasta la fila frente al ómnibus, volví a abrazarlo y le di un beso en la mejilla. Adiós, papá, dijo él y me dio la espalda para que no viera sus lágrimas.Al volver a casa, nuestras valijas y cajas estaban junto a la puerta. Nancy estaba en la cocina tomando café con los inquilinos, una joven pareja de estudiantes de posgrado de matemática, a quienes había visto por primera vez en mi vida pocos días antes, pero igual les di la mano a ambos y acepté una taza de café de Nancy mientras ella terminaba con la lista de indicaciones de lo que ellos debían hacer en la casa en nuestra ausencia y adónde debían enviarnos el correo. Su cara estaba tensa. La luz del sol avanzaba sobre la mesa a medida que pasaban los minutos. Finalmente todo pareció quedar en orden, y los dejé en la cocina para dedicarme a cargar nuestro equipaje en el coche. La casa a la que íbamos estaba completamente amueblada, hasta los utensilios de cocina, así que no necesitábamos llevar más que lo esencial.Había hecho los quinientos kilómetros desde Palo Alto hasta Eureka tres semanas antes, y alquilado entonces la casa amueblada. Fui con Susan, la mujer con la que estaba saliendo. Nos quedamos en un motel a las puertas del pueblo durante tres noches, mientras recorría inmobiliarias y revisaba los clasificados. Ella me vio firmar el cheque por los tres meses de alquiler. Más tarde, en el motel, tirada en la cama con la mano en la frente, me dijo: “Envidio a tu esposa. Cuando hablan de la otra mujer, siempre dicen que es la esposa quien tiene los privilegios y el poder real, pero nunca me lo creí ni me importó. Ahora, en cambio, entiendo qué quieren decir. Y envidio a Nancy. Envidio la vida que tendrá a tu lado. Ojalá fuera yo la que va a estar contigo en esa casa todo el verano. Cómo me gustaría. Me siento tan gastada”. Yo me limité a acariciarle el pelo.
Nancy era alta, de pelo y ojos castaños, de piernas largas y espíritu generoso. Pero últimamente venía baja de espíritu y de generosidad. El hombre con el que estaba viéndose era colega mío, un divorciado de eterno traje con chaleco y pelo canoso, que bebía demasiado y a quien a veces le temblaban un poco las manos durante sus clases, según me contaron algunos de mis alumnos. Él y Nancy habían iniciado su romance en una fiesta, poco después de que ella descubriera mi infidelidad. Suena aburrido y cursi; es aburrido y cursi, pero así fue toda aquella primavera, nos consumió las energías y la concentración al punto de excluir todo lo demás. hasta que, en algún momento de abril, comenzamos a hacer planes para alquilar la casa e irnos todo el verano, los dos solos, a tratar de reparar lo que hubiera para reparar, si es que había algo. Los dos nos habíamos comprometido a no llamar, ni escribir, ni intentar el menor contacto con nuestros amantes. Hi-cimos los arreglos para Richard, encontramos los inquilinos para nuestra casa y yo miré en un mapa y enfilé hacia el norte desde San Francisco hasta Eureka, donde una inmobiliaria me encontró una casa amueblada en alquiler por el verano para una respetable pareja de mediana edad. Creo que incluso usé la expresión “segunda luna de miel”, Dios me perdone, mientras Susan fumaba y leía folletos turísticos en el auto estacionado fuera de la inmobiliaria.Terminé de cargar las cosas en el coche y esperé que Nancy se despidiera por última vez en el porche. Yo saludé desde mi asiento y los inquilinos me devolvieron el saludo. Nancy se sentó y cerró su puerta. “Vamos”, dijo y yo arranqué. Al entrar en la autopista vimos un coche con el escape suelto y arrancando chispas del pavimento. “Mira”, dijo Nancy y esperamos hasta que el coche se salió de la autopista y frenó, antes de seguir viaje.Paramos en un café cerca de Sebastopol. Estacioné y nos sentamos a una mesa frente a la ventana del fondo. Pedimos sandwiches y café, yo encendí un cigarrillo mientras Nancy deslizaba el dedo por las vetas de la madera de la mesa. Entonces noté un movimiento por la ventana y al mirar en esa dirección vi un colibrí en los arbustos allá afuera. Sus alas vibraban en un borroso frenesí mientras su pico se internaba en una de las flores.–Mira, un colibrí –dije, pero antes de que Nancy levantara la cabeza el pájaro ya no estaba.–¿Dónde? No veo nada.–Estaba ahí hasta hace un momento. Ahí está. No; es otro, creo. Nos quedamos mirando hasta que la camarera trajo nuestro pedido.–Buena señal –dije–. Los colibríes traen suerte, ¿no?–Creo haberlo oído en alguna parte –dijo Nancy–. No podría decir dónde pero sí, no nos vendría mal un poco de suerte.–Una buena señal. Me alegro de que hayamos parado aquí.Ella asintió, dejó pasar un largo minuto y probó su sandwich.
Llegamos a Eureka antes del anochecer. Pasamos el motel en la ruta donde había estado con Susan dos semanas antes, nos internamos por un camino que subía una colina que miraba al pueblo y pasamos frente a una estación de servicio y un almacén. Las llaves de la casa estaban en mi bolsillo. A nuestro alrededor sólo se veían colinas arboladas y praderas con ganado pastando.–Me gusta –dijo Nancy–. No veo el momento de llegar.–Estamos cerca –dije–. Es más allá de esa loma. Ahí –y enfilé el coche por un camino flanqueado de ligustros–. Ahí la tienes. ¿Qué opinas? Esa misma pregunta le había hecho a Susan cuando hicimos el mismo camino para ver la casa por primera vez.–Me gusta; es perfecta. Bajemos.Miramos a nuestro alrededor en el jardín del frente antes de subir los escalones del porche. Abrí la puerta con la llave que traía y encendí las luces adentro. Recorrimos los dos dormitorios, el baño, el living con muebles viejos y chimenea y la cocina con vista al valle. –¿Te parece bien?–Me parece sencillamente maravillosa –dijo Nancy y sonrió–. Me alegra que la hayas en-contrado. Me alegra que estemos aquí. –Abrió y cerró la heladera, luego pasó los dedos por la mesada de la cocina. –Gracias a Dios está limpia. Ni siquiera hace falta una limpieza.–Nada. Hasta nos pusieron sábanas limpias. La alquilan así. –Tendremos que comprar algo de leña –dijo Nancy cuando volvimos al living–. Con noches así debemos usar la chimenea, ¿no?–Mañana. Podemos hacer unas compras también. Y recorrer el pueblo.Nancy me miró y dijo nuevamente:–Me alegra que estemos aquí.–Yo también –dije y abrí los brazos y ella vino hacia mí. Cuando la abracé sentí que temblaba. Le alcé el mentón y la besé en ambas mejillas.–Me alegra que estemos aquí –repitió ella contra mi pecho.
Durante los días siguientes nos instalamos, recorrimos las calles del pueblo mirando vidrieras y dimos largos paseos por el bosque que se alzaba atrás de la casa. Compramos provisiones, yo encontré un aviso en el diario que ofrecía leña, llamé y poco después aparecieron dos muchachos de pelo largo en una camioneta que nos dejaron una carga de aliso en el garaje. Esa noche nos sentamos frente a la chimenea y hablamos de conseguir un perro.–No quiero un cachorro –dijo Nancy–. No quiero nada que implique ir limpiando a su paso o rescatando lo que quiere mordisquear. Pero me gustaría un perro. Hace tanto que no tenemos uno... Creo que podríamos arreglarnos con un perro aquí. –¿Y cuando volvamos, cuando termine el verano? –dije yo y entonces reformulé la pregunta: –¿Estás dispuesta a tener un perro en la ciudad?–Ya veremos. Pero busquemos uno, mientras tanto. No sé lo que quiero hasta que lo veo. Revisemos los clasificados y veamos qué pasa.
Aunque los días siguientes seguimos hablando de perros y hasta señalando los que nos gustaban frente a las casas por las cuales pasábamos, no llegamos a nada y seguimos sin perro. Nancy llamó a su madre y le dio nuestra dirección y teléfono. Richard ya estaba trabajando y parecía contento, dijo la madre. Y ella se sentía bien. Nancy le contestó: –Nosotros también. Esto es como una cura.Un día íbamos por la ruta frente al océano y, desde una loma, vimos unas lagunas que formaban los médanos muy cerca del mar. Había gente pescando en la orilla y en un par de botes. Frené a un costado de la ruta y dije:–Vamos a ver qué están pescando. Quizá valga la pena conseguirnos unas cañas y probar.–Hace años que no vamos de pesca. Desde que Richard era chico, aquella vez que fuimos de campamento cerca del monte Shasta, ¿recuerdas?–Me acuerdo. Y también me acuerdo de cuánto extraño pescar. Bajemos a ver qué están sacando.–Truchas –dijo uno de los pescadores–. Trucha arcoiris y algún que otro salmón. Vienen en el invierno, cuando el mar horada los médanos. Y, con la primavera, cuando se cierra el paso, quedan atrapados. Es buena época, ésta. Hoy no pesqué nada pero el domingo saqué cuatro. De lo más sabrosos. Dan una batalla tremenda. Los de los botes creo que sacaron algo hoy, pero yo todavía no. –¿Qué usan de carnada? –preguntó Nancy.–Lo que sea. Lombrices, marlo de choclo, huevos de salmón. Basta tirar la línea y dejarla reposar hasta el fondo. Y estar atento.Nos quedamos un rato pero el hombre no sacó nada y los de los botes tampoco. Sólo iban y venían por la laguna.–Gracias. Y suerte –dije al fin.–Que tengan suerte ustedes también. Los dos –contestó el hombre.A la vuelta paramos en una casa de artículos deportivos y compramos unas cañas baratas, unos rollos de tanza y anzuelos y carnada. Sacamos unalicencia también y decidimos ir de pesca la mañana siguiente. Pero esa noche, después de la cena y de lavar los platos y poner unos leños en la chimenea, Nancy dijo que no iba a funcionar.–¿Por qué dices eso? ¿A qué te refieres?–No va a funcionar, enfrentémoslo –dijo ella sacudiendo la cabeza–. No quiero ir a pescar y no quiero un perro. Creo que quiero ir a lo de mi madre y estar con Richard. Sola. Quiero estar sola. Extraño a Richard -dijo y empezó a llorar–. Es mi hijo, es mi bebé, y está creciendo y pronto se irá. Y lo extraño. Lo extraño.–¿También extrañas a Del, a Del Schraeder, tu amante? ¿Lo extrañas a él también? –Extraño a todo el mundo. A ti también. Hace mucho que te extraño. Te he extrañado tanto durante tanto tiempo que te he perdido. No sé cómo explicarlo mejor. Pero sé que te perdí. Ya no me perteneces.–Nancy –dije yo.–No, no –dijo ella y negó con la cabeza. Sentada en el sofá de frente al fuego siguió negando y negando y luego dijo: –Voy a tomar un avión para allá mañana. Cuando me haya ido puedes llamar a tu amante.–No voy a hacer eso. No tengo la menor intención de hacer eso.–Sí, lo harás. Vas a llamarla en cuanto me haya ido.–Y tú vas a llamar a Del –dije. Y me sentí una basura por decirlo.–Haz lo que quieras –dijo ella secándose las lágrimas con la manga–. Lo digo en serio. No quiero parecer una histérica, pero me iré mañana. Mejor me iré a acostar ahora; estoy exhausta. Lo lamento. Lo lamento mucho, por los dos. Pero no vamos a lograrlo. Ese pescador, hoy. Nos deseó suerte a los dos. Yo también nos deseo suerte. Vamos a necesitarla.Entonces se encerró en el baño y dejó correr el agua. Yo salí a los escalones del porche y me senté a fumar un cigarrillo. Estaba oscuro y silencioso, apenas se veían las estrellas en el cielo. Jirones de niebla del océano ocultaban el valle y el pueblo allá abajo. Me puse a pensar en Susan. Oí que Nancy salía del baño y oí que se cerraba la puerta del dormitorio. Entonces entré y puse otro leño en la chimenea y esperé hasta que se avivara el fuego. Luego fui al otro dormitorio. Abrí la colcha y me quedé mirando el estampado floral de las sábanas. Me di una ducha, me puse el pijama y volví frente a la chimenea. La niebla ya llegaba a las ventanas del living. Fumé mirando el fuego y, cuando volví a mirar por la ventana, creí ver algo que se movía en la niebla.Me acerqué a la ventana. Un caballo estaba pastando en el jardín, entre la niebla. Alzó la cabeza para mirarme y volvió a su tarea. Vi otro cerca del auto. Encendí la luz del porche y me quedé mirándolos. Eran caballos grandes, blancos, de largas crines, seguramente de alguna granja de los alrededores con algún alambrado caído y vaya a saberse cómo habían llegado hasta nuestra casa. Parecían estar disfrutando inmensamente su escapada. Pero se los notaba un poco nerviosos también: podía verles el blanco de los ojos desde la ventana. Sus orejas iban y venían al ritmo de sus mordiscos. Un tercer caballo apareció entonces y luego un cuarto, todos blancos, pastando en nuestro jardín. Fui al dormitorio a despertar a Nancy. Tenía los ojos enrojecidos y los párpados hinchados, y se había puesto ruleros y había una valija abierta a los pies de la cama.–Nancy, tienes que venir a ver esto. No vas a creerlo. Vamos, levántate.–¿Qué pasa? Me estás lastimando. Qué pasa.–Querida, tienes que ver esto. No voy a lastimarte. Perdona si te asusté. Pero tienes que levantarte y venir a ver esto.Pocos minutos después estaba a mi lado en la ventana, atándose la bata. –Dios, son hermosos. ¿De dónde vienen? Qué hermosos son.–De alguna granja vecina, supongo. Voy a llamar al sheriff para que ubique al dueño. Pero quería que los vieras antes.–¿Morderán? Me gusta acariciar a aquél, el que acaba de mirarnos. –No creo que muerdan. No parecen esa clase de caballos. Pero ponte algo encima si vamos a salir. Hace frío afuera.Me puse la campera encima del pijama y esperé a Nancy. Abrí la puerta y salimos y nos acercamos caminando hasta ellos. Todos levantaron sus cabezas. Uno resopló y retrocedió unos pasos, pero volvió a tironear del pasto y mascar como los demás. Apoyé mi mano entre sus ojos y le palmeé los flancos y dejé que su hocico me oliera. Nancy estaba acariciando las crines de otro, mientras murmuraba: “¿De dónde vienes, caballito? ¿Dónde vives y qué haces aquí en medio de la noche?”, mientras el animal movía su cabeza como si entendiera.–Será mejor que llame al sheriff –dije.–Todavía no. Un rato más. Nunca veremos algo igual. Nunca, nunca tendremos caballos en nuestro jardín. Un rato más, Dan.Poco después, mientras Nancy seguía yendo de uno a otro, palmeándolos y acariciándolos, uno de los caballos comenzó a rumbear hacia la ruta, más allá de nuestro auto y supe que era momento de llamar.
En pocos minutos vimos las luces de dos patrulleros en la niebla y poco después llegó una camioneta con un acoplado para caballos, de la que bajó un tipo con gamulán, que se acercó a los caballos y necesitó un lazo para lograr que entrara el último en el acoplado.–¡No le haga daño! –dijo Nancy.Cuando se fueron volvimos al living y yo dije que iba a hacer café y pregunté a Nancy si quería una taza.–Te diré lo que quiero –dijo ella–. Me siento bien, Dan. Me siento como borracha, como... No sé cómo, pero me gusta. No quiero dormir; no podría dormir. Haz un poco de café y a ver si encuentras algo de música en la radio y puedes avivar el fuego.Así que nos sentamos frente a la chimenea y bebimos café y escuchamos viejas canciones por la radio y hablamos de Richard y de la madre de Nancy y bailamos. Ninguno aludió en ningún momento a nuestra situación. La niebla seguía allí, detrás de las ventanas, mientras hablábamos y éramos gentiles el uno con el otro. Hasta que, cerca del amanecer, apagué la radio y nos fuimos a la cama e hicimos el amor.
Al mediodía siguiente, luego de que ella terminara su valija, la llevé al aeródromo desde donde volaría a Portland y de allí haría el trasbordo que la dejaría en Pasco por la noche.–Saluda a tu madre de mi parte. Y dale un abrazo a Richard. Y dile que lo extraño. Y que lo quiero.–Él también te quiere. Lo sabes. En cual-quier caso, lo verás después del verano. –Yo asentí. –Adiós –dijo ella. Y me abrazó. Yo le devolví el abrazo–. Me alegro por anoche. Los caballos. La charla. Todo. Ayuda. No lo olvidaremos –y empezó a llorar.–Escríbeme, ¿quieres? –dije yo–. Nunca pensé que fuera a pasarnos. En todos estos años. Nunca lo pensé. Ni un sola vez. No a nosotros.–Te escribiré. Mucho. Las cartas más largas que hayas visto desde las que me enviabas en el secundario.–Las estaré esperando.Ella me miró largamente y me acarició la cara. Entonces me dio la espalda y se alejó por la pista rumbo al avión.Ve, mi más querida, y que Dios esté contigo.Ella abordó el avión y yo me mantuve en mi lugar hasta que se encendieron los motores y la nave empezó a carretear por la pista y despegó sobre la bahía y se convirtió en una mancha en el horizonte.Volví a la casa, estacioné el coche y miré las huellas que habían dejado los caballos la noche anterior, los trozos de pasto arrancado y las marcas de herraduras y los montones de bosta aquí y allá. Entonces entré en la casa y, sin sacarme el saco siquiera, levanté el teléfono y marqué el número de Susan.

POR RAYMOND CARVER
Traducción: E. CH.